El
gobierno de Luis Ángel González Macchi, usurpador según los términos
muy claros de la Constitución paraguaya, se encuentra jaqueado
desde todas partes y aparentemente va perdiendo, uno por uno, los
apoyos substantivos que le quedaban. Sin embargo, por una paradoja,
se sostiene y es probable que subsista hasta el 2.003.
Nicanor Duarte Frutos, actual presidente de la ANR no oculta
sus deseos de llegar a la presidencia en el 2.003. Su camino más fácil
es ir tomando distancia del gobierno, marcando su oposición pero
aprovechando al máximo las oportunidades de hacerse de dinero público,
echándole la culpa al usurpador. La debilidad del gobierno de
usurpación le garantiza el éxito en la exacción por lo menos.
Julio
Cesar Franco, elegido vicepresidente y único con legitimidad en el
gobierno de la usurpación, tiene una estrategia parecida; finge
reclamar la presidencia y alentar el juicio político, pero no desea
la caida del usurpador porque considera que hacerle oposición puede
darle ventajas en el 2.003.
Mientras
más débil y corrupto sea el gobierno de la ANR el Dr. Franco
considera
que más probabilidades tiene de ganar las elecciones de ese año.
No quiere gobernar ahora, porque tendrá que hacerlo con un Congreso
desmandado y con una Corte Suprema absolutamente arbitraria. Tampoco
va a renunciar, porque su presencia garantiza la permanencia del
usurpador.
Mario
Paz Castaing, presidente del Encuentro Nacional, sabe que su partido
está liquidado y que sus posibilidades para el 2.003 son nulas;
entonces quiere capitalizar todo lo posible el lapso que le queda en
el gobierno. Apoyará al usurpador porque forma parte del negocio de
la usurpación.
El Brasil, no desea que el usurpador se vaya, porque su
debilidad le garantiza la mano libre en la cuestión energética.
Itaipú ya está casi en manos de los brasileños y eso se debe a la
debilidad del gobierno de la usurpación.
Para sostenerse, González Macchi hará cualquier cosa, incluida la
traición a la patria.
Los Estados Unidos de América tienen una diplomacia que no
aprende. Creen que este son of a bitch que es el usurpador es su son
of a bitch, y que cualquier cambio de gobierno podría arruinar la
fachada democrática que intenta presentar al mundo.
La Argentina no tiene tiempo ni manera de influir en la
situación paraguaya. Sus problemas internos hacen que mire hacia
adentro y se desentienda de aventuras diplomáticas. No le importa,
por el momento, que haya usurpación, tiranía o anarquía en el
Paraguay. El Uruguay no cuenta, pero es el único país que mira con
malos ojos la usurpación.
Los dirigentes campesinos desean que siga el usurpador porque
su debilidad es garantía de que el chantaje mensual seguirá dando
sus frutos. Mientras ellos se robustecen, esperan que el gobierno
siga siendo débil, ladrón y timorato. Su estrategia no es ganar
las elecciones del 2.003 sino prepararse para la revolución de tipo
cubano. Todos los dirigentes campesinos han sido
entrenados
en
la Nicaragua sandinista.
La Iglesia Católica desea un gobierno debil al que se pueda
poner en jaque y del que se puedan extraer concesiones. Mientras
unos obispos denuncian la corrupción, otros la protegen
celosamente.
El PLRA presidido por Miguel Abdón Saguier no está unido.
Sus disensiones son de carácter programático y prebendario. El
lainismo, de izquierdas, es además el sector más corrompido del
PLRA, y forma parte de la estrategia del ex presidente Juan Carlos
Wasmosy, cuyo objetivo político principal es salvarse de la cárcel
y el secundario es mantener intactos los negocios.
Cuando uno analiza así la situación, se ve obligado a
pensar si el gobierno usurpador entró ya o no en la fase
crepuscular. Todo el mundo cree que González Macchi no da para más
y un examen superficial parece demostrarlo. Pero nadie quiere en
realidad que se vaya, sino que siga cometiendo las barbaridades que
comete, para sacar tajada oportunamente. El pueblo paraguayo es el
único que realmente quiere que esta situación termine hoy, ahora
mismo. Pero en el Paraguay, no hay que engañarse, el pueblo no
cuenta para nada.
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