Últimamente
todo el mundo está haciendo propuestas en el Paraguay. La crisis es
tan grave, tan profunda y tan extendida, que no existe una sola
persona que no busque la manera de salir de ella. Me he tomado el
trabajo de buscar el denominador común de estas propuestas para ver
si es posible llegar a un acuerdo.
Si
bien casi nadie coincide en el pecado original, y casi todos centran
sus propuestas dentro del esquema actual existente, todos coinciden
que hay que reformar a fondo el Poder Judicial. Nadie presta
credibilidad a la Justicia paraguaya, cuyo desprestigio es total,
completo y absoluto. Ocurre que para reformar el Poder Judicial es
indispensable reformar la Constitución.
La
politización y corrupción del Poder Judicial se origina en el
Consejo
de la Magistratura
y termina en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. El Consejo
de la Magistratura es un organismo corporativo sometido a las cúpulas
partidarias, lo mismo que el Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados. Los magistrados son nombrados conforme a arreglos político-partidarios
y su remoción también depende de esos mismos arreglos. La forma de
remover Ministros de la Corte Suprema es la del juicio político
llevado adelante por el Congreso, el cual es partidocrático porque
la elección de sus miembros se hace por listas cerradas mediante el
sistema de representación proporcional.
Mientras
este sistema no sea cambiado es imposible sanear el Poder Judicial.
El actual fue nombrado gracias a un pacto de gobernabilidad entre el
Ing. Juan Carlos Wasmosy y el Dr. Domingo Laíno, y todos sus
miembros responden a sus órdenes. No hay Justicia independiente, y
al no haberla, no hay Justicia honesta ni confiable.
Si
todos o la inmensa mayoría de los problemas paraguayos, y sobre
todo la crisis, se origina en el Poder Judicial lo que no es
totalmente cierto como aclararé después la solución debe
comenzar por reformarlo.
Y
para eso hay que reformar la Constitución.
Yo
creo que el origen de la crisis democrática, que es la que dio
lugar a todo lo demás, se encuentra en la Constitución y, sobre
todo, en el sistema electoral. Corrigiendo el sistema electoral, aún
cuando se mantengan el Consejo de la Magistratura y el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados que yo no deseo mantener se
corrige gran parte del problema constitucional que es la falta de
frenos y contrapesos que realmente funcionen.
Me parece que lo que se debe hacer ahora es encarar la reforma
constitucional dándole prioridad absoluta, para reformar, antes que
nada y sobre todo, el sistema electoral y el Poder Judicial.
Por supuesto que hay que reformar otras cosas, como la liberación
de la economía y la derogación de las declamaciones imposibles de
cumplir. Pero lo indispensable, lo básico, es reformar el sistema
electoral aboliendo la representación proporcional, y el Poder
Judicial.
|