Los
vecinos del edificio "COOMECIPAR" se encuentran en rebelión
contra una disposición municipal que amplía el ámbito de vigencia
del sistema tarifado de estacionamiento, que es manejado por una
empresa del Ing. Juan Carlos Wasmosy, ex presidente de la República
y cuyas siglas son CEA.
Originariamente el CEA contrató con el municipio asunceno
representado por Carlos Fillizzola, el servicio de estacionamiento
tarifado, circunscrito a tres zonas de la ciudad de Asunción, que
tenían como ámbito el centro histórico.
Después
de cinco años de vigencia del contrato, el CEA pretende extender
sus dominios a casi toda Asunción, incluyendo Villa Morra y los
alrededores del edificio COOMECIPAR, que se alza vecino al Colegio
San José.
La
generalidad del público considera a el CEA como una desgracia, y
las quejas son unánimes. El centro histórico ha perdido su
importancia desde la aparición de los parquímetros, cepos y grúas,
y la Calle Palma, otrora la principal de Asunción, hoy es un
desierto silencioso y antieconómico.
El
CEA se ha comportado, siempre y sin excepciones, con prepotencia y
mala educación, por lo que ha cosechado el odio de los
automovilistas que utilizan las calles céntricas de Asunción.
Los vecinos de Villa Morra se unieron para resistir la
llegada de la CEA a sus calles, y lo hicieron con éxito. Mientras
esa batalla se libraba, el CEA avanzó sobre lo que se conoce como
"barrio San José" y comenzó a pintar las calles para
instalar el sistema tarifado.
La
población del barrio se alzó contra la CEA y la Municipalidad y
despintó sus calles. Se trata de una rebelión en toda regla y señala
que el pueblo paraguayo quiere ejercer - por fin -su soberanía.
Parece muy poca cosa el hecho que los vecinos salgan a la
calle a despintarlas, para evitar el sistema de estacionamiento
tarifado, pero si se conoce la historia de pasividad paraguaya y de
la indolencia del paraguayo a defender su soberanía y sus derechos,
el hecho constituye un avance mayúsculo.
Por
fin la autoridad ha dejado de ser sagrada para los paraguayos y la
gente se da cuenta que su voluntad es la que debe primar sobre la de
los funcionarios públicos y sus allegados.
Tengo
la impresión que desde ahora en adelante ya no habrá retrocesos.
Cuando el paraguayo se percate que puede imponer su voluntad a
despecho de la autoridad, el sistema autoritario habrá llegado a su
fin.
La batalla contra la CEA no es una batalla baladí; es el
principio de una batalla más vasta, por el retorno al pueblo de lo
que le fue arrebatado por secular despotismo: su soberanía.
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