Uno
se pregunta qué interés puede tener la vieja España en ejercer
presiones sobre los paraguayos para mantener un gobierno impopular y
antidemocrático. Después de escuchar los discursos magníficos de
los políticos españoles uno podría hasta creer que de la vieja e
inquisitorial España llegan nuevos aires, inspirados en Jefferson.
Uno
podría creer eso hasta que se mete de cabeza en los informes financieros
y analiza la conducta de los Embajadores de España; sobre todo en
Paraguay.
Hace
un tiempo que España invierte en América Latina, en dos campos
preferentemente: Petróleo y telefonía. Las inversiones en
Argentina, país clave del MERCOSUR
se tradujeron en dos oligopolios con tentáculos diseminados
por toda América Latina: REPSOL-YPF y Telefónica.
Y
ahora los españoles se han lanzado a la conquista del Paraguay.
Para eso necesitan, claro está, un gobierno dócil, y ese es el
gobierno ilegítimo
y usurpador del
senador Luis González Macchi. Un gobierno legítimo y respaldado
por el pueblo probablemente examinaría más a fondo las acciones
españolas.
REPSOL-
YPF ya ha tendido sus redes para absorber PETROPAR con
monopolio y todo. Sin monopolio el bocado no es interesante.
Cuenta para conseguir
esa absorción con el actual Ministro de Industria y Comercio, Dr.
Euclides Acevedo,
ex embajador del Paraguay en Madrid y ex lobbista de la venta de
siete lanchas patruleras ferozmente sobrefacturadas.
Acevedo
pertenece a un partido minúsculo, sin arraigo popular, que se
encuentra en el gobierno después de la tragicomedia de marzo de
1999.
Lo
mismo está ocurriendo con ANTELCO , la empresa monopolizadora de la
telefonía fija en Paraguay, que aparentemente será vendida a
Telefónica,
la
empresa española que está a punto de perder su monopolio en
Argentina. Si la dejan, España será la dueña del combustible
paraguayo y de sus comunicaciones. Un negocio redondo.
Dentro
de este esquema de cosas es razonable que el embajador español
Ignacio García Valdecasas haga todo lo posible por proteger al
actual gobierno del Paraguay y que informe a la UE de las bondades
de la democracia paraguaya. Educado, discreto, silencioso, no
habla sino cuando necesita hablar.
A
diferencia de Stephen Mc Farland, que se pone en evidencia
constantemente, García Valdecasas trabaja en la sombra y con mucho
mayor eficiencia.
Yo
soy un privatista outrance. No me asustan las inversiones
extranjeras. Pero soy un liberal también a ultranza y aborrezco los
monopolios. No quiero que me exploten ni paraguayos ni españoles ni
estadounidenses ni nadie. Si quieren comprar, que compren y
compitan.
Me
desagrada también que me hablen de transparencia cuando juegan
sucio.
Esto
de sacar y poner gobiernos para hacer negocios es, sin duda, jugar
sucio. No es la primera vez que los españoles nos hacen esta faena,
como dicen ellos. Ya los tuvimos como amos trescientos y pico de años,
como para no conocerlos bien.
Bienvenida
sea, por mí, la inversión extranjera, venga de donde se le ocurra
venir, pero no a caballo de gobiernos impuestos y tutelados.
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