Los
principales voceros del grupo que se apoderó del gobierno en marzo
de 1999 y esquilmó al país hasta dejarlo prácticamente exangue,
se encuentran ahora solicitando a voz en cuello una concertación
que evidentemente no tiene por objeto poner en vigencia la
Constitución.
Esta
gente pretende seguir usufructuando el poder , ahora con la
complicidad de los vencedores del 13 de agosto, a despecho de lo que
manda la Carta Magna.
No
se puede concertar nada mientras la Constitución no se encuentre
vigente, y para poner el vigencia la Constitución el senador Luis
Ángel González Macchi debe dejar el cargo que ocupa. Mientras eso
no suceda no hay nada que pueda hacerse en ningún campo, ni en el
político, ni en el jurídico ni el económico. Los golpistas de
marzo deben abandonar el poder que han usurpado y entregarlo al
elegido por el pueblo.
Después
que se vuelva a la legitimidad y se ponga en vigencia la Constitución
deberá haber acuerdos entre los vencedores de agosto para llevar
adelante un programa de gobierno. Liberales y colorados disidentes
pueden establecer una alianza en el Congreso con una clara mayoría.
Entonces se podrá superar la crisis que vive el país.
Conversar
siquiera con los derrotados de agosto sería dar nueva vida
aunque sea efímera a los responsables del desastre. Tratar con
ellos la forma de salir de la crisis sería una perfecta insensatez,
ya que ellos fueron quienes la crearon. Lo que se requiere no es una
concertación sino un cambio, cuanto más radical mejor.
En
el plano económico nada puede hacerse sin primero resolver el
problema de la legitimidad y de la vigencia de la Constitución. En
el Paraguay no hay inversiones, motor de todo desarrollo y todo
intento de recuperación, porque no hay garantías, y no las hay
porque la Constitución ni las leyes son respetadas. Apenas el país
vuelva a la legitimidad y la legalidad, la inversión indispensable
acudirá. Es inútil pedir que vengan los capitales si los
capitalistas no encuentran seguridad y garantías para sus
emprendimientos.
Las
conversaciones con el grupo en el poder no es conducente. Nadie
tendrá confianza en pactos llevados adelante con la misma gente que
incumplió todos los acuerdos previos y sometió al país a un bárbaro
despojo. Concertar con Wasmosy, por ejemplo, no es resolver la
crisis sino convertirse en su cómplice.
Si
los directores actuales del Partido Liberal, incluido el Dr. Julio
Cesar Franco que trabaja de prudente, no se dan cuenta que el país
está harto de la indecencia y lo que quiere realmente es un cambio,
y llegan a acuerdos maduros e inteligentes con los
delincuentes, abrirán una ancha tumba política para las
expectativas de los liberales en el futuro.
Todo
lo que deba hacerse se podrá hacer una vez que el gobierno actual
completo se vaya. No debe quedar un ordenanza . El reemplazo debe
ser total y absoluto, aunque algún embajador extranjero se moleste.
La
supuesta concertación es una patraña más, utilizada por los
responsables del desastre para mantenerse en los cargos que
usurparon.
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