El
miércoles 17 de mayo Mariano Grondona se preguntaba, en La Nación
de Buenos Aires, si en el Paraguay había democracia. En ese momento
se vivía bajo el régimen de un presidente sostenido por una
resolución inconstitucional de la Corte Suprema de Justicia, que se
había arrogado la facultad de responder consultas genéricas y con
efecto erga omnes.
Técnicamente
el Paraguay no era una democracia, puesto que se violaba
la Constitución dándole al país un gobierno no elegido por
el pueblo. Pero quedaban algunas libertades y una ficción de
justicia.
El
17 de mayo el gobierno ilegítimo y usurpador de Luis González
Macchi se encontraba jaqueado por una serie de protestas públicas,
que iban desde la oposición a las reformas del Estado a las que
exigían elecciones ya y un nuevo gobierno.
La
debilidad del régimen era notoria.
El
18 de mayo el gobierno organizó una farsa que llamó putsch
militar donde cuatro tanquetas armadas con granadas de fogueo
dieron un tranquilo paseo por la ciudad una de ellas disparó
una salva contra el edificio del Congreso y dañó superficialmente
el revoque de su frontispicio y regresaron a su unidad, sin
resistencia alguna, salvo el sobrevuelo de dos antiguos Xavantes
igualmente desarmados.
En
el cuartel de la Policía Metropolitana un Comisario beodo se apoderó,
el solo, de la Comandancia, mientras que sus efectivos salían
ordenadamente a la calle.
Se
entregó sin resistencia cuando le ordenaron que cesara la comedia.
Entretanto, una veintena de civiles, entre los que encontraban
algunos congresistas, estaban reunidos tratando de lanzar la
candidatura a la presidencia de la República del diputado Miguel
Corrales, y fueron llamados por los rebeldes a un
inusitadamente tranquilo cuartel de la 1ra División de Caballería
a negociar su rendición.
Mientras
el ministro del Interior Walter Bower no podía detener su
hilaridad, el Dr. Hermes Rafael Saguier y el diputado Fernando
Talavera eran detenidos con las manos en la masa y se les
adjudicó en seguida la jefatura civil del movimiento militar.
Gracias
a un Congreso completamente desorientado, el senador González
Macchi, usurpador del Ejecutivo, hizo pasar un pedido de estado
de excepción que los congresistas votaron casi por unanimidad,
con un solitario voto en contra.
El
estado de excepción es una versión muy atenuada del viejo
estado de sitio, pero González Macchi y sus amigos lo
aplicaron con una rigurosidad total. Detuvieron a cuanto militar no
les definitivamente afecto y a todos los diputados que conformaban
la mayoría de la Cámara de Diputados, contraria al gobierno. Y de
paso, prohibieron las reuniones públicas y privadas.
Con
el decreto del estado de excepción en la mano y el cuento del
golpe militar, el gobierno ilegítimo y usurpador ha dado una nueva
vuelta de tuerca para destruir por completo el resto de libertades
que quedaba.
Ahora
se vive un clima de miedo, se persigue a los periodistas los
Directores de ABC Color y La Nación, Aldo Zucolillo y Osvaldo Domínguez
Dibb están amenazados de prisión ya que figuran en las listas de
sospechosos y se busca, por medio de un operativo de prensa
conducido por Humberto Rubín, silenciar las emisoras libres que
quedan.
Ya
han destruido los equipos de Radio Asunción y Radio Nanawa y ahora
se ha desatado una campaña contra la 9.70 AM, que pertenece a
Osvaldo Domínguez Dibb.
Mariano
Grondona puede estar seguro que el Paraguay no es una democracia, y
en un futuro muy cercano, será una oprobiosa tiranía sustentada
por el gobierno de los Estados Unidos de América, por el Brasil y
hasta quien lo diría por la Argentina presidida por
Fernando de la Rúa. Los verdaderos demócratas paraguayos se
encuentran solos, abandonados y sin esperanzas.
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