HACIA LA REFORMA
CONSTITUCIONAL (2)
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
Yo propongo, como prioridad absoluta, la reforma electoral, suprimiendo
la disposición constitucional que establece la "representación proporcional".
Y propongo la modificación, atendiendo a esa reforma, del Capítulo dedicado al Poder
Legislativo.
Preveo dos Cámaras; una, la de Diputados, que represente al pueblo de
los Departamentos, a razón de un diputado por cada ciento veinticinco mil habitantes, y
otra, la de Senadores, que represente a los Departamentos y tenga dos bancas por
Departamento y dos por la Capital.
La una sería elegida en circunscripciones electorales independientes
unas de las otras, mientras que la otra sería elegida en un colegio electoral
departamental único.
Así, habrían 41 o 42 diputados, y 38 senadores. Los candidatos a
diputados requerirían un respaldo de quinientos electores de la circunscripción, y los
candidatos a senadores uno de mil electores del Departamento.
No habrían suplentes y para llenar las vacantes serían necesarias
nuevas elecciones en la circunscripción o el Departamento y las incompatibilidades
serían absolutas.
Las internas partidarias desaparecerían automáticamente para la
elección de diputados o senadores, dado que estos no representan a partidos sino al
pueblo que los elige directamente.
Solo funcionarían, y mediante voto directo, las internas para elegir
la chapa presidencial, es decir, a los candidatos a presidente y vicepresidente de la
República.
Este sistema electoral es el que garantiza el funcionamiento de los
frenos y contrapesos democráticos, porque la legislatura no depende, para nada, ni del
partido ni del presidente de la República.
Esto también dará vida a los comités partidarios de cada
circunscripción, porque recibir su apoyo, para completar los electores suficientes para
lanzar una candidatura, será a veces decisivo.
Y garantiza la posibilidad que candidatos independientes accedan a una
banca de diputados o una curul de senador. Este sistema es además el único compatible
con la descentralización con autonomía, puesto que lleva al Poder Legislativo de la
República la voz de los intereses de los distintos Departamentos.
Por otra parte, este que propongo es el único sistema electoral que
garantiza que la democracia siga siendo democracia y no se convierta en la horrible
partidocracia, fruto de la "representación proporcional" que tanto daño ha
causado en el mundo, sobre todo en la América Latina y especialmente en el Paraguay.
Una reforma constitucional sin la reforma electoral que propongo, no
servirá absolutamente para nada en términos de representación legítima y buen
funcionamiento del sistema democrático de gobierno, que no se basa en la
"gobernabilidad" una palabra que se asemeja mucho al autoritarismo, sino en la
libertad.
Un país siempre es gobernable si hay libertad, y siempre es
ingobernable si se lo quiere encadenar. Un "estado de Justicia", en los
términos enunciados por Bastiat en su obra La Ley; una ley electoral que garantice el
vínculo del elector con el elegido, la más absoluta limitación del gobierno y la
libertad son las que hacen que funcione la democracia y un país se desarrolle. No es
necesario que un país sea "gobernable"; es indispensable que sea libre.