Gracias
a unas entrevistas realizadas por el periodista Hugo Ruiz Olazar y
publicadas en ABC Color el domingo 19 y el lunes 20 de noviembre,
han aparecido nuevos testimonios en el llamado caso de la Plaza
del Congreso que desmienten absolutamente la versión oficial y
la de los jueces, que no difiere un ápice de esa interesada versión.
Yo
sostuve, desde el mismo inicio de esta discusión, que en la Plaza
del
Congreso aquel
viernes negro de marzo de 1999 hubo un enfrentamiento, y que las
muertes producidas fueron debidas, más que nada, a acciones
deliberadamente llevadas a cabo por fuerzas de la entonces coalición
antigubernamental, incluida la policía manejada ya por Carlos
Cubas, de filiación argañista, hermano del entonces presidente
constitucional Ing. Raúl Cubas.
Ahora,
los nuevos testimonios de personas que fueron protagonistas de los
hechos, demuestran que hubo enfrentamientos entre dos fuerzas políticas
antagónicas. Falta saber si tengo razón en lo que se refiere a los
crímenes que se produjeron durante ese enfrentamiento.
La
investigación judicial se hizo deliberadamente mal, y no se
cumplieron pasos absolutamente necesarios para buscar la verdad.
Primero,
no se hizo la autopsia de ningún cadáver; luego, no es posible
afirmar de donde partieron los disparos. No se tiene el calibre de
las balas mortales, ni se conoce su trayectoria. Se atribuyó la
muerte de algunas personas a gente que estaba disparando desde
puntos desde los cuales no hubieran podido herir a nadie.
Se
ignoró el hecho de que sobre el tejado del Senado había apostados
tiradores con armas largas que dispararon contra la multitud y que
en La Catedral Metropolitana había depósitos de armas.
Es
decir, la versión oficial estuvo prefabricada para que se
constituyera en la versión judicial, lo que me indica, y nadie ha
demostrado lo contrario, que la operación formaba parte del complot
contra el gobierno y que, entonces, los asesinos tenían que ser,
necesariamente, los complotados.
Algunos
sostuvieron la peregrina teoría que como los partidarios del
entonces presidente Cubas tenían un lenguaje violento debían
de ser, necesariamente los culpables, lo cual es una patraña porque
tanto oviedistas como argañistas tenían el mismo lenguaje, siendo
el argañista el tradicionalmente más violento.
Los
que condujeron a la gente al matadero después denunciaron que gente
inocente tenía responsabilidad en estos hechos. El abogado del
Senado Jorge Vasconcellos nos acusó al Director de La Nación y a mí
de haber utilizado las columnas del periódico para hacerlo y el
diputado Marcelo Duarte reiteró la denuncia contra mí, habiendo
estado yo, toda la semana anterior al suceso, en Jamaica, en la
Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Los
jueces me procesaron y todavía estoy defendiéndome de esa infamia
en los tribunales manejados por los complotados.
Para
mí el caso de la Plaza del Congreso es muy importante y me siento
satisfecho que aparezcan nuevos testimonios acerca de lo que
realmente ocurrió, y espero que pronto sea conducida una
investigación seria de lo ocurrido, desde los llamados de Francisco
de Paula Oliva, hasta las acusaciones delirantes que fueron parte
del complot.
Por
el momento la versión oficial ya quedado hecha añicos, y eso ya es
un gran paso.
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