He
sostenido, desde los ya lejanos días de 1992 en los que se discutía
una nueva Constitución para el Paraguay, que el proyecto del Dr.
Oscar Paciello, que servía de base a las discusiones en la Convención
Constituyente, era no solamente erróneo sino perverso, porque bajo
un disfraz democrático se establecía una Constitución
profundamente autoritaria. Mis críticas estaban plasmadas en el
proyecto de Constitución presentado por la Unión Industrial
Paraguaya, a la Convención Constituyente.
La
Constitución de 1992 tiene un hilo perverso, que la hace el
instrumento ideal para la dominación de un grupo sobre el pueblo.
El hilo parte del sistema de representación proporcional, que
permite la dominación e instrumentación del Congreso, pasa por el
Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento, que
permiten someter a la Justicia, y termina en la forma de elegir al
Contralor y el Fiscal General del Estado, que permite la impunidad
total.
La
idea central no es de Paciello, sino de Bismarck, y ya estuvo
explicada minuciosamente en un libro de Maurice Joly que data de
finales del siglo XIX y se denomina Diálogo en los Infiernos
entre Montesquieu y Machiavello reeditado en 1955 por Carlos
Arrayagaray, político argentino, comentando y criticando al
gobierno peronista en aquel momento recientemente derribado por un
golpe militar. Paciello no hizo más que copiar al pié de la letra
las instrucciones de Macchiavello imaginadas por Joly y aprovecharse
de la profunda ignorancia de los constituyentes de 1992.
Mientras
ese hilo perverso no se rompa, y se reestablezcan los principios
democráticos en una Constitución nueva, el Paraguay continuará
como está, en la pendiente del desastre.
He
propuesto en 1992 cosas que ya no son adecuadas en el 2.001. Por eso
he vuelto a estudiar el tema constitucional a fondo y ahora creo que
hay que diseñar una Constitución de estas características: Que
sea casi federal, con descentralización autonómica y autárquica;
que establezca la representación uninominal aboliendo el sistema de
representación proporcional; que haya elecciones de congresistas a
mitad de mandato; que los fiscales y contralores sean electos por el
pueblo; que se establezca el Presupuesto equilibrado, la inflación
cero y la dolarización; que desaparezca el Consejo de la
Magistratura, los jueces sean vitalicios e inamovibles y sean
nombrados después de un examen de oposiciones y que el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados sea ad hoc; que desaparezca la banca
central y que el impuesto tenga un límite absoluto que no rebase en
ningún caso el 15%; que el gobierno central solamente se ocupe de
seguridad y defensa y sean los gobiernos departamentales los que
lleven el peso de la administración en cada Departamento. Es decir,
una Constitución copiada en lo posible de la estadounidense.
La
democracia es una sola, lo he sostenido siempre y nada de lo
sucedido en la historia del mundo me ha hecho cambiar de
opinión.
No puede
haber muchos tipos de democracia sino una: La representativa
liberal, que implica el gobierno de la ley, con límites precisos de
hasta donde
puede ir la ley.
Yo quiero para el Paraguay, y a corto plazo, la democracia
representativa liberal. Quiero que se rompa el hilo perverso que nos
somete a una partidocracia que no puede ser sino rapaz, incapaz y
autoritaria, para dejar paso a la libertad.
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