Escribo
debo confesarlo bajo una fuerte impresión de pesimismo,
porque constato que en el Paraguay las fuerzas de la indecencia son
demasiado fuertes. Se está preparando, a ojos vista, un fraude
electoral cantado por la gente que siempre ha tenido la cultura del
fraude.
Públicamente
se dice en discursos en el seno del argañismo, que se tienen
comprados a los tres ministros del TSJE.
Se
informa, de fuente segura, que los tres ministros del TSJE
habrían decidido que habrá una instancia única para entender
sobre las absurdas impugnaciones presentadas contra la límpida
victoria electoral de Dr. Julio César Franco, y que en esa
instancia única, llevada adelante a puertas cerradas entre tres
personas de filiación oficialista Alberto Ramírez Zambonini es
lainista, Rafael Dendía es caballerovarguista y Juan Manuel Morales
es wasmosista se producirá el fraude que desvirtúe, otra vez,
la voluntad popular.
Cuando
se encuentra en juego un botín como es el estado paraguayo, aunque
desangrado todavía productivo, presumir independencia en quienes
responden a intereses subalternos es más que inocencia, locura.
Por eso es que los discursos de los argañistas son
preocupantes. Hay que partir de la base que el plan está hecho para
funcionar y que las elecciones del 13 de agosto pueden ser
desvirtuadas en el TSJE.
La
solución a este problema es exigir que los tres ministros
cuestionados, y de los que nadie puede esperar imparcialidad a
priori, se inhiban , y que sea un TSJE ad hoc el que juzgue las
actas impugnadas, en presencia de los abogados de ambas listas y los
veedores de la OEA. Hay que impedir a toda costa, por lo menos, que
el análisis de las impugnaciones se lleve a cabo a puertas
cerradas.
¿Por
qué se quiere examinar las impugnaciones en secreto y a puertas
cerradas, sin la participación de los apoderados de los partidos y
los veedores internacionales si es que es verdad lo que pregonan los
discursos de los dirigentes argañistas? Si se tiene la intención
de ser decente, no se esconde uno, ni se oculta en la obscuridad. Se
vive y se procede a la luz del sol.
Los
eternos fraudulentos, los que jamás han ganado una elección
limpia, son los que plantean ahora- y lo difunden sin vergüenza- el
ardid final,,diciendo contar con la complicidad de gente que no
puede, a priori como he dicho, ser calificada como imparcial.
Domingo Laíno, si pierde el argañismo al que apoyó, se convertirá
en un cadáver político; Wasmosy, si pierde el argañismo, se
convertirá en preso común y Caballero Vargas, si pierde el argañismo,
se convertirá en algo menos que nada. ¿Cómo pensar entonces que
sus hombres, que ocupan los tres cargos del TSJE examinarán
decentemente las actas electorales, que no tienen reclamos de
ninguna clase, si lo hacen en secreto? ¿Cómo pensar que el secreto
es para beneficiar a la verdad y no al fraude? ¿ Como suponer que
estos tres dirigentes señalados liberarán a los tres
ministros de sus conocidos compromisos políticos?
Lo
único que se puede suponer también a priori es que los tres
ministros del TSJE
cumplirán con sus compromisos y torcerán la voluntad del
pueblo paraguayo. Por lo menos eso es lo que están diciendo públicamente
gente que asegura tener comprados a esos ministros y que tiene el
antecedente de haber expresado, toda su vida, una profunda cultura
del fraude. ¿Acaso no fue Blás Riquelme quien dijo que para ganar
las elecciones de 1993 iban a hacer trampa, y la hicieron?
No
puedo negar mi profunda preocupación acerca del asunto, porque si
seguimos con la cultura del fraude, y el fraude vuelve a triunfar,
tendremos que decirle adiós a la democracia, y ahora ya somos
demasiados los que nos negamos a hacerlo.
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