¿Hasta
qué punto el mundo creyó en la historia propalada por el actual
gobierno usurpador paraguayo en marzo de 1999? Se la creyó íntegra.
Un buen lobby de prensa siempre produce estos resultados. El
gobierno depuesto se encontró envuelto en una conspiración que no
comprendía y cayó, siendo acusado de crímenes que no había
cometido.
¿Quiénes
llevaron adelante la conspiración? Juan Carlos Wasmosy, ex
presidente cuyos negocios con William Clinton a través de Mark Jiménez
le estaban produciendo una facturación anual de 300 millones de dólares,
fruto de la venta de electrónica y armas por Ciudad del Este, con
la complicidad, por supuesto, de Maura Harty la embajadora de los
Estados Unidos; José Alberto Planás, hombre de Gustavo Stroessner,
quien intenta recuperar sus emolumentos provenientes de Itaipú, la
mayor represa del mundo; la familia Argaña, que intentaba cerrar el
extraño caso de la muerte de Luis María Argaña, sin investigación
seria de ninguna clase y por fin Guillermo Caballero Vargas, cuya
empresa Manufactura de Pilar SA se encontraba en cesación de pagos,
por causa de una deuda impagable de más de 42 millones de dólares.
Esta
gente provocó la caída del gobierno y engañó al mundo, que no
quería analizar nada del Paraguay, este pobre país situado en el
ombligo del mundo.
Cuando
el gobierno de unidad nacional se puso en marcha todos
Creyeron
que el Paraguay aprobaría lo hecho porque el lobby periodístico
hablaba de mayorías populares que nunca existieron y las cosas
serían encarriladas. Pero no ocurrió así. El gobierno usurpador
tuvo que convertirse en una dictadura persecutoria porque era el más
impopular de la historia, hasta que asqueó a sus propios aliados.
El
argañismo siempre fue el sector más violento y retrógrado de la
ANR
O
Partido Colorado. Ellos son sinónimo de barbarie y violencia.
Cualquier paraguayo lo sabe, pero el mundo se empeña en
considerarlos políticos porque solamente recibe las noticias
que les envía el lobby de Wasmosy, cuya fortuna se calcula en 2.500
millones de dólares, una de las mayores de Sudamérica y entre las
500 fortunas personales mayores del mundo.
El
13 de agosto fueron realizadas las elecciones para vicepresidente,
que en realidad y según los artículos 227 y 234 de la Constitución,
deben servir para entronizar un nuevo presidente, y las ganó Julio
César Franco, del Partido Liberal Radical Auténtico, con el apoyo
de la Convergencia Colorada, sector que incluye al UNACE, movimiento
liderado por Lino César Oviedo. Y entonces apareció sin máscara
la cara de la violencia.
Desde
luego los argañistas habían estado amenazando con hacer estallar
la guerra civil si perdían las elecciones. Ningún fiscal ni juez
se dio por aludido ante esta flagrante violación del Código
Electoral. Un Ministro del Supremo Tribunal de Justicia Electoral
advirtió de posibilidades de violencia, cuando nada hacía suponer
tal cosa. Juan Manuel Morales, wasmosista, no fue siquiera
reprendido.
La
victoria opositora se dio claramente, en unas elecciones limpias y
pacíficas y he aquí ahora que los argañistas atracan
impunemente el STJE para violentar los resultados y ningún
fiscal actúa ni la Embajada de los Estados Unidos dice esta boca es
mía. Antes, hablaban hasta por los codos, con el Sr. Mc Farland por
delante; ahora que los violentos se han quitado el disfraz, guardan
silencio.
Y el pueblo paraguayo sufre ante el silencio del mundo para
nosotros no hay Vargas Llosas que se quejen con resonante voz el
agravio de una pandilla de bárbaros, que, por una vez más,
pretenden aplastar la voz genuina del pueblo.
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