DEL GOLPE AL
ABISMO
Alberto Vargas Peña ( miembro de la Fundación Libertad)
El golpe de marzo de 1999 llevó meses de preparación. Desde el 7 de
septiembre de 1997, cuando el oviedismo ganó las elecciones internas de la ANR y no
pudieron pararlo con chicanas judiciales, comenzó a gestarse una alianza
argaño-lainista-wasmosista, que intentó impedir las elecciones de mayo; luego intentó
ganarlas mediante la eliminación del Gral. Oviedo como candidato; después cuando las
perdió, intentó un golpe militar el 10 de mayo de 1998, que sería iniciado bajo la
batuta del "Comandante en Jefe" autoproclamado, y, como todo falló, se
organizó la alianza que llevó a cabo la violación de la Constitución y los asesinatos
del Vicepresidente y de los jóvenes de la plaza elegidos por ser jóvenes por los
sicarios que tiraron a quemarropa y el gobierno constitucional cayó.
Como la conspiración fue una obra de arte, mucho público cayó en la
trampa. Y comenzó el "gobierno de marzo".
¿Qué queda ahora de ese gobierno de "unidad nacional" que
vendría a eliminar al fascismo y a instaurar la democracia, a caballo de un acuerdo entre
las cúpulas partidarias de la ANR, el PLRA y el PEN, la Iglesia Católica y las
organizaciones campesinas y obreras? ¿Dónde está el país de Jauja, donde la economía
florece y el pueblo está feliz? ¿Dónde está la Constitución paraguaya? ¿Dónde
están las libertades ciudadanas?
Lo que hay ahora es un latrocinio sin límites, una corrupción
desenfrenada; un desprecio total hacia la Constitución y las leyes; una persecución
tenaz de los opositores y una economía absolutamente en ruinas, con una deuda externa
salvaje y con un futuro desesperante.
Lo que hay es un caos que evidencia la descomposición total de un
gobierno de incapaces; una falta de seguridad completa y atropellos de todo tipo a la
propiedad privada. Lo que hay es peor que la peor pesadilla que hubieran podido tener los
paraguayos...salvo para quienes están robando y para los que están defendiendo a los que
roban.
Salir al campo es una aventura impredecible. La gente hambrienta ya no
reconoce ninguna autoridad. El gobierno es incapaz de imponer la ley, porque ha comenzado
por mofarse de ella. Hay todavía una pequeña oligarquía conformada por los ladrones,
sus cómplices y sus defensores, que viven en el paraíso y niegan que el país se
encuentre en los estertores de la agonía.
¿Qué ley se cumple? Ninguna, solamente la del capricho de los que
mandan. ¿Hay Constitución? No la hay, puesto que sus disposiciones son letra muerta. Si
tan siquiera se compensara el agravio al pueblo y la destrucción del estado de Derecho
con una economía floreciente, habría alguien que podría justificar con sinceridad la
acción del gobierno.
Pero la economía es lo que peor está. ¿Entonces, cual ha sido el
resultado del golpe de marzo de 1999?
El clamor del pueblo es audible hasta en las antípodas; solamente no
se escucha en el Palacio de Gobierno o en algunas casas bien provistas, para que sus
dueños hablen bien de la situación. Esa gente vive una realidad diferente a la del
pueblo paraguayo, que después del golpe de marzo de 1999 fue empujado hacia el abismo.
No se como saldremos de esto, pero espero que alguna deidad nos ilumine
y nos haga salir por la vía de las elecciones ya. Porque de lo contrario la vorágine nos
destruirá a todos y comprometerá el futuro del país por varias generaciones.