Estoy
leyendo el libro de María Alejandra Ottaviano, denominado "La
otra Cara del Marzo Paraguayo". Recomiendo calurosamente su
lectura porque sistematiza todo lo que se ha venido denunciando, de
manera necesariamente fragmentada, por la prensa no adicta al régimen
usurpador.
De
los documentos del Sanatorio Americano, a las fotografías tomadas
en el sitio, inmediatamente después del atentado y de las
declaraciones de los distintos protagonistas no se puede sino
extraer una conclusión: Argaña no murió en el atentado. Murió
antes, y falta saber si su fallecimiento fue natural o provocado.
Las
fotografías son elocuentes. Ni una sola gota de sangre en la blanca
camisa que llevaba esa mañana; ninguna gota de sangre en los
asientos donde cayó supuestamente abatido por los balazos; impactos
claramente señalados en el cuerpo desnudo, con el diseño típico
de haber sido producidos sobre un cuerpo muerto y un extraño corte
en la espalda que solamente se explica si fue realizado con un
bisturí para relajar el rigor del rigor mortis y la declaración de
la primera persona que accedió al sitio donde yacía el cuerpo -
"estaba helado, como una persona que llevaba horas de
muerta" - hacen inevitablemente pensar que el cuerpo muerto de
Argaña fue paseado aquella trágica mañana, hasta el lugar donde
unos sicarios ultimaron a su guardaespaldas, que no atinó a defensa
alguna a pesar del tiempo transcurrido entre la aparición de los
asesinos y la llegada a la camioneta - el conductor tuvo tiempo de
hacer marcha atrás para intentar huir - para luego aparecer como víctima
del atentado.
La
huída inexplicable del conductor de la camioneta, quien se
contradijo varias veces en sus declaraciones, y la negativa sistemática
del juez a ordenar una autopsia del cuerpo de Argaña en presencia
de los abogados defensores de los acusados, completa el cuadro.
Siempre
sostuve la tesis de que Argaña estaba muerto aquella mañana en que
emboscaron la camioneta en la que era paseado. No puedo
probarlo, por supuesto, porque la única prueba fehaciente será la
autopsia realizada por patólogos especializados, lo cual no es
permitido por el juez e la causa. El patólogo que realizó la
autopsia es un médico clínico, que ni siquiera era médico forense
entonces. Las vísceras principales, como el corazón, que dicen que
fue alcanzado por una bala que realizó un recorrido imposible
- penetró en la cadera de abajo para arriba - esta guardado, bajo
siete llaves, y no en poder del juez de la causa, sino de la familia
Argaña.
Este
misterio es el que produce en el Paraguay una inestabilidad
imposible de resolver. Se lo utiliza como pretexto para perseguir
adversarios políticos, todos del mismo partido. Fue uno de los
pretextos que adujeron para derribar el gobierno constitucional del
Ing. Raúl Cubas los complotados de marzo. El otro, fue la masacre
de los jóvenes en la plaza del Congreso, que se está probando que
fue obra de franco tiradores apostados en los tejados de la Cámara
de Senadores y de Diputados.
Creo
que se debe leer la "Otra Cara del Marzo Paraguayo",
porque abre los ojos a una realidad terrible, que muchos paraguayos
se han negado a admitir. Y que ha condicionado y condiciona nuestro
destino.
|