El
14 de febrero de 1870 Francisco Solano López, ya en su ultimo
asentamiento de Cerro Corá, envió al Gral. Bernardino Caballero,
al frente de cuarenta hombres, en su mayoría jefes y oficiales
cuenta el Gral. Francisco Isidoro Resquín a recoger ganado en
la zona del Chirigûelo, Capiíbary, Punta Porá y río Dorado.
El
8 de abril un mes y siete días después de la batalla de Cerro
Corá, se rinde con sus hombres ante el Mayor brasileño Francisco
Xavier Marques, a orillas del río Apa, según lo relata Raúl
Amaral. En mayo del mismo año, 1870 fue conducido al Brasil y
retorna el 16 de diciembre.
Caballero
se convirtió prontamente en un político muy influyente, al punto
que llega a presidente de la República el 4 de septiembre de 1880.
Elegido por el Congreso para cumplir el mandato dejado vacante por
el fallecido Cándido Bareiro. Fue elegido presidente efectivo el 20
de agosto de 1882 y asume el cargo el 25 de noviembre del mismo año.
Mucha
gente piensa que el Gral. Caballero fue instruido en el Brasil
acerca de las cuestiones políticas, de las cuales no sabía
absolutamente nada antes de su forzado viaje. Hay que ver que
Caballero entró al Ejército de soldado raso y con 25 años de edad
era prácticamente analfabeto. Después de su pasantía en el Brasil
se convirtió en uno de los políticos más influyentes de las
postrimerías del siglo 19 en el Paraguay.
¿Se
trata de un antecedente válido para tratar de analizar qué quiere
el Brasil con Lino César Oviedo? No hay demasiadas similitudes.
Caballero fue prisionero de guerra y Oviedo es un detenido político
con fines de extradición.
Si
bien ambos fueron militares, Caballero fue un combatiente en una
guerra internacional, en cambio Oviedo tuvo su bautismo de fuego en
el derrocamiento de una dictadura. Lo único que los une es que
ambos resultaron, en determinado momento de sus vidas, prisioneros
del Brasil.
El
reciente apresamiento en Foz de Iguazú del Gral. Lino César Oviedo
ha puesto en marcha una serie de especulaciones de nivel continental
y hasta extra continental.
Se
habla de que se trató de una auto entrega, con la finalidad de
asegurar la permanencia del perseguido en el Brasil; se habla de que
se trató de una jugada brasileña, para mantener en jaque y
obediencia al gobierno paraguayo; se habló de que se trató de una
exigencia estadounidense, a raíz de la enemistad de Clinton con
Oviedo; se habló de que el gobierno paraguayo logró una victoria
al imponer la detención sobre la supuesta vigilancia blanda del
Brasil.
Se
habló de un supuesto acuerdo intergubernamental en el cual estaría
involucrado también Alfredo Stroessner. Se dijo de todo, pero en
realidad y como siempre, la desorientación es lo único real.
Me
pregunto si el Brasil tiene con Oviedo las mismas intenciones que se
le atribuyeron sin que exista una evidencia tangible con
Bernardino Caballero. La diplomacia lusitana es tan aguda y hábil
que nadie , si se trata de hacer análisis serios, puede descartar
tal posibilidad. Oviedo, para cualquier Cancillería inteligente, es
una carta por jugar.
Las
especulaciones pueden hacerse porque en todo esto hay cosas raras.
¿Acaso
no llama la atención que después de seis meses de transitar como
Pedro por su casa por el Brasil y el Paraguay, de pronto Oviedo se
deje sorprender en una ratonera? Yo no sé, ni voy a afirmar que en
el juego del Brasil hay ahora un nuevo naipe que parece ser un as de
espadas, pero....por ahí está el antecedente Caballero. ¿Y quien
sabe?
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