Desde
el viernes pasado, nueve de febrero, la capital de la República, se
vio agitada por un rumor de golpe militar que estaría siendo
impulsado por el ex presidente Ing. Juan Carlos Wasmosy. El golpe
tendría por objeto eliminar mediante la renuncia al senador Luis Ángel
González Macchi, que usurpa la presidencia, y al Dr. Julio César
Franco, elegido vicepresidente.
Con
ello se estaría haciendo posible que un wasmosista, el presidente
del Senado, se hiciera con el cargo, y se convocara a elecciones
generales.
El
rumor nació inmediatamente después que el senador Esteban
Samaniego hizo unas denuncias explosivas contra González Macchi y
Franco desde Radio Uno, la emisora de Wasmosy, conducido de la mano
por la periodista estrella de esa emisora, Mina Feliciángeli.
También se hablaba de inquietud militar generada por el
hecho de la supuesta resistencia del Almirante Candia, jefe de las
Fuerzas Militares, a pasar a retiro y ser nombrado Ministro de
Defensa y apartado de la cadena de mando efectivo. Candia,
wasmosista, según el rumor, se habría negado a ser relevado de un
cargo que permite a los wasmosistas tener un control directo sobre
las Fuerzas Armadas, que tienen su mayor potencia operativa
precisamente en la Armada, ya que Caballería , Infantería y Fuerza
Aérea han sido prácticamente desmanteladas.
La combinación de las denuncias de Samaniego, la búsqueda
de las renuncias de González Macchi y sobre todo de Franco, y la
posibilidad de que el presidente del Senado se haga con la
presidencia de la República, y la supuesta negativa del Almirante
Candia de abandonar un puesto de mano dee fectivo por otro meramente
administrativo es lo que originó y dio pábulo al rumor. Pero también
hay otra cosa: El país entero sabe que el Ing. Juan Carlos Wasmosy
tiene los brazos muy largos y dinero suficiente como para comprar
muchas conciencias y actitudes; que se encuentra extremadamente
temeroso de ir a parar a la cárcel por los delitos que se le
imputan y que dispone de un estado mayor extremadamente hábil como
para organizar cualquier complot.
Hasta hoy, martes trece de febrero, se mantiene el rumor de
que el gobierno ya no da para más, que se estaría gestando una
acción militar destinada a obligar a renunciar a González Macchi y
Franco, y cuyo objetivo no sería otro que poner en el poder a gente
muy allegada a Juan Carlos Wasmosy.
¿Será posible que suceda todo lo que se piensa que puede
suceder? En el Paraguay puede siempre ocurrir cualquier cosa, y la
desesperación siempre ha sido mala consejera. Wasmosy, cuya mitomanía
es conocida, ha demostrado que no se detiene ante nada. Ha puesto el
país en el camino del desastre y persiste en tener una presencia
gravitatoria a pesar que el pueblo paraguayo lo repudia masivamente.
No
sería extraño entonces que planificara, conjuntamente con su
estado mayor de inteligencia, la forma de apoderarse de lo que todavía
le falta tener en el país.
Claro que ahora ya no tiene la complicidad del corrupto Bill
Clinton, que por lo visto no le vendía solamente a él prebendas a
cambio de contribuciones, pero eso difícilmente lo detendrá. Las
amenazas de terminar en la cárcel son muy serias y Wasmosy tiene
demasiado entre manos para quedarse quieto.
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