La
peor pesadilla del gobierno usurpador de Luis Ángel González
Macchi está por materializarse. El Brasil, dado que el gobierno
paraguayo no obedece con presteza sus órdenes, está en vías de
poner en libertad al Gral. Lino César Oviedo.
Oviedo está detenido en el Brasil a pedido del Paraguay, que
basa su solicitud de extradición en las declaraciones de un testigo
falso, que pretende involucrarlo en la muerte del Dr. Luis María
Argaña en marzo de 1999. Hasta hoy no se sabe si Argaña murió en
el extraño atentado u horas antes, de muerte natural. Ocurre que la
Justicia paraguaya, apendice del gobierno y cómplice del golpe de
estado , se ha negado a permitir la autopsia del cadáver del ex
Vicepresidente. No se sabe ni siquiera a que hora murió.
Sobre esas bases endebles, que el gobierno brasilero conoce
muy bien por haber estado su entonces embajador aquí metido hasta
el cuello en el golpe de estado que derribó al gobierno
constitucional, tuvo detenido al general Oviedo en una mascarada de
justicia. De pronto, y como la resistencia unánime del pueblo
paraguayo impidió la venta de la represa de Itaipú al Brasil, el
gobierno brasileño cumple estrictamente con una ley de refugiados
políticos que impedirá, de ahora y para siempre la extradición de
Oviedo al Paraguay. Pero con un agravante: Tendrá que dejarlo en
libertad.
Al gobierno paraguayo lo único que realmente no le interese
es que venga Oviedo extraditado o no. Pero hay algo que le molesta
mucho más. Que quede en libertad.
La escalada brasileña se nota. O hacen bien los deberes u
Oviedo queda libre para organizar su partido desde la frontera, a
menos de 400 kilómetros de Asunción. El gobierno paraguayo se
pregunta qué tiene que hacer ahora que la situación es
irreversible. Oviedo tiene que quedar en libertad. Pues bien, el
gobierno brasileño puede negarle la residencia en el Brasil y
buscarle un tercer país para "refugiarlo". Que puede ser
Suecia.
González Macchi quiere hacer bien los deberes con los
brasileros, pero ya no domina ninguna situación. Se le han
descubierto demasiado cosas, hasta de delincuencia menor, que nadie
quiere siquiera mirarlo, por temor al contagio. Está sostenido
porque los Estados Unidos y el Brasil hasta ahora no han dado la
palabra final y porque el Vicepresidente Franco a una sola cosa teme
más que a perder la vida: Ser presidente.
Ahora los argañistas verdaderos están bufando porque habían
prometido pasear al Gral Oviedo en una jaula y luego arropjar su
cabeza a los perros. Los nicanoristas están felices porque no se
verán obligados a desprenderse de González Macchi, que les pesa
como un ancla del Titanic, considerando que los brasileños harán
el trabajo sucio. Y los liberales están desorientados, sobre todo
Julio Cesar Franco, porque por ahí, y en contra de sus deseos,
todavía le puede caer encima la presidencia. Los oviedistas están
felices porque ven que el camino de Oviedo se abre y que pronto
quedará en libertad. Entretanto, el Paraguay se sigue hundiendo.
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