La facción argañista
de la ANR, en complicidad con la facción
caballerovarguista
del Encuentro Nacional y la facción lainista del
PLRA, se encuentran
hoy utilizando ilegalmente el poder de que disponen
para tratar de
evitar la gigantesca derrota electoral que el mal humor
del pueblo
vaticina. Atropellan a los adversarios, amenazan con la
violencia, violan
la ley electoral a su placer y, como si fuera poco,
el
ministro del
Tribunal Superior de Justicia Electoral Dr Juan Manuel
Morales, sataniza a
un sector de la población desde su propio despacho
de juez
electoral.
Todo
ante la mirada impasible de los enviados de la
OEA, que como diría
Mario Vargas Llosa, han venido al Paraguay de
vacaciones pagas.
Para
la misión de la OEA nada de las transgresiones flagrantes e
indignantes del
equipo gubernista es importante. Cuando la cosa se pone
demasiado negra, se
sostiene que son observadores y no interventores.
¿
A qué han venido entonces? ¿A observar como se patea el trasero
del
pueblo paraguayo
impunemente y se le roba su voluntad?
La
utilización de los medios del estado es absolutamente descarada.
Todos
los transportes que paga el pueblo paraguayo han sido puestos a
la
orden de Felix Argaña,
y si las camionetas no alcanzan, se las roba en
la calle, como ha
ocurrido con veinte camionetas 4x4 robadas en solo
veinticuatro horas;
si no alcanza el dinero de Hacienda se roba en los
aeropuertos,
mediante el uso de personal militar o policial, como
ocurrió el pasado
viernes 4 de agosto en el aeropuerto Silvio
Pettirossi; si es
necesario, se intimida y atropella o se viola la ley
electoral. Para la
pandilla que nos gobierna todo es lícito. Y la
misión
de la OEA asiste a
cocteles donde la calidez paraguaya embota sus
sentidos.
Un
ministro del TSJE brama que es posible que haya violencia en los
comicios, cuando
jamás la hubo y no tiene por que haberla, salvo que la
desate el
oficialismo, y sigue en funciones sin que a la misión de la
OEA le huela mal.
El mismo ministro pronostica un gran ausentismo,
preparando el
fraude, cuando todos en el Paraguay saben que los
paraguayos van a ir
a votar en masa, y a la OEA la cuestión no le
molesta en lo más
mínimo. Ellos observan.
En
el Perú por lo menos hicieron la comedia de retirarse frente al
escandaloso fraude
de Fujimori. Aquí avalarán el fraude, la violencia,
todo, porque el
Paraguay es un país insignificante que puede ser
pateado
impunemente y de
donde como hay tanta corrupción se pueden extraer
dividendos. Muchas
veces el silencio reditúa.
La
misión de la OEA ha visto y oído todo lo que está sucediendo en
víspera de las
elecciones del 13 de agosto y se ha callado. Ni las
momias de Egipto
son tan silenciosas. Tal vez mañana, cuando ocurra lo
peor, diga que
se ha presentado un minucioso informe y que los
Consejeros sabrán
qué hacer con él.
Mientras
tanto, el pueblo paraguayo seguirá gimiendo, pero ya
totalmente
desilusionado de la
democracia.
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