El
Paraguay está sumido en el caos, gracias al gobierno absolutamente
ineficiente del Dr. Luis González Macchi, usurpador de la
presidencia de la República. El Dr. González Macchi ha logrado, en
algo más de un año de gobierno, poner al país en la lona,
completamente caído.
No se han hecho las reformas indispensables. No se han tomado
medidas que hace un año hubieran sido penosas pero soportables. No
se hace nada frente a lo que se avecina. Se dilapidan las reservas
para mantener artificialmente la paridad guaraní-dolar y se espera
un milagro del cielo, que todo el mundo sabe que no ocurrirá.
Entretanto, se roba sin mesura ni límite, y la corrupción ha
alcanzado niveles superlativos. La seguridad en las calles es un
recuerdo de tiempos idos, y la delincuencia es la dueña del país.
Los
partidos políticos están inmersos, todos ellos, en una puja
desesperada por ver cual de ellos roba más en los lugares en que le
toca actuar. Los colorados, conforme a su vieja tradición, roban en
todas partes; el PLRA roba en las municipalidades que están bajo su
control y el PEN roba en el Ministerio de Industria y Comercio y en
PETROPAR. Los congresistas votan por encargo, y dilapidan los
dineros público formulando presupuestos demenciales.
Todo
el mundo se pregunta, angustiado, cuanto puede durar esto, y después
de esto que vendrá. Nadie se llama a engaño, se vive una situación
terminal que no puede acabar sino muy mal.
Todo el mundo, sotto voce, espera que venga un golpe, de
cualquier parte y de cualquier naturaleza. Las conversaciones
comienzan y acaban con ¿para cuando es? como en los viejos tiempos.
El paraguayo tiene hambre y está dejando de tener miedo, ese miedo
que fue su segunda piel durante treinta y cuatro años de feroz
tiranía.
Las
conspiraciones se conocen y se comentan. El ingeniero Wasmosy, ex
presidente de la República lo hace abiertamente utilizando todos
los medios a su alcance, que son inmensos. Una fortuna de dos mil
quinientos millones de dólares es influyente en cualquier parte, y
decisiva en el Paraguay. Hay muy poca gente aquí que se resista al
soborno.
No hay líderes confiables a la vista; el único que tiene
pueblo es el Gral. Lino Oviedo, que se encuentra preso en el Brasil.
Su movimiento tiene organización y liderazgo, pero está comenzando
a claudicar frente a las tentaciones del dinero. Los otros políticos
colorados no tienen nada, los Argaña están en plena decadencia y
su movimiento político en plena desbandada. Los liberales han
perdido su viejo prestigio y carecen de gente destacada, que el
pueblo considere capaz de sacar al país del desastre en que se
encuentra. En el empresariado las luchas internas son salvajes,
porque unos contratan con este gobierno corrupto y los otros quieren
contratar.
El
Partido Encuentro Nacional ya no existe. Gracias a Euclides Acevedo
y su política coloradizante, ha desaparecido como partido. El PRF
hace rato que murió y la Democracia Cristiana no nació nunca. La
situación es realmente pavorosa, porque la naturaleza repele al vacío
y si el vacío político no se llena de una manera se llenará de
otra. De cualquier otra.
El tiempo entretanto pasa, el algodón no tiene precio y el
de la soja está muy bajo. Las esperanzas de un respiro agrícola se
van diluyendo a pasos agigantados. Las reformas, que hubieran podido
salvar la situación, están cada día más lejos y el hundimiento
del país las hace cada vez más difíciles.
Todo esto se lo debemos al Sr. William Jefferson Clinton, que
organizó un golpe de estado en marzo de 1999 para liquidar al
gobierno constitucional.
América está contemplando a un hombre enfermo, el Paraguay, y no
ve quien le puso la inyección letal, ni le importa. Paraguay es
chico, no pesa en el concierto de las naciones, por lo tanto puede
morir en silencio.
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