Los
obispos de la Iglesia Catolica realizaron, como ha quedado en
descubierto, una maniobra para desaminar a los miembros del PLRA,
que organizaban una marcha para pedir, exigir, la renuncia del
usurpador. No lograron su propósito sino al contrario. Mucha gente
acudió a la marcha indignada por la maniobra.
Ocurre
que el presupuesto de la Iglesia Católica es bastante mayor de
lo que recauda de sus prosélitos. En pocas palabras, la
Iglesia Católica paraguaya no se financia sola. Necesita del
Gobierno, porque sin el Gobierno va a la quiebra. Se convertirá,
realmente, en la Iglesia pobre que todos predican pero que nadie
quiere. Y menos que nadie sus príncipes.
Esta
situación condiciona la política eclesiástica paraguaya. Como
actualmente la Iglesia está totalmente separada del Estado por la
Constitución, las subvenciones dependen exclusivamente de la buena
voluntad del gobernante. El usurpador, como es débil, incumple la
Constitución buscando la alianza de la Iglesia a la que proporciona
subvenciones abiertas y encubiertas. Uno de los Obispos es General
de las Fuerzas Armadas y cobra sueldo de General. Los capellanes
militares están presupuestados. Perder eso, y las demás
subvenciones para colegios, curatos, seminarios etc. sería fatal.
La jerarquía católica depende enteramente de la buena voluntad del
usurpador. ¿Puede resultar extraño que esa jerarquía haga lo
imposible para mantener la usurpación?
En
realidad los Obispos católicos no deberían tener la menor
ingerencia en la vida política paraguaya. Lo tienen prohibido, pero
como constituyen un contubernio, aparecen como
"mediadores" cuando la situación se le pone negra al
usurpador. ¿No es un contrasentido que la Iglesia Católica trate
de mediar entre los ladrones y los robados, ente los asesinos y sus
victimas, entre los torturadores y los torturados, entre los
usurpadores y los usurpados? ¿Que diálogo puede existir entre
ellos? Lo único digno que se puede hacer es fijar la fecha y la
hora del fin de la usurpación.
La Iglesia Católica del Paraguay tiene una negra historia en
su relación con los gobiernos autoritarios. Nadie olvida como el
Arzobispo Aníbal Mena Porta defendía porfiadamente la dictadura de
Alfredo Stroessner y sus acólitos Mayans y Acha se hacían ricos,
multimillonarios, con las prebendas que repartía ese gobierno
infame. Tampoco hay que olvidar la valiente actitud del Arzobispo
Ismael Rolón, que fue una mosca blanca en la Iglesia Católica.
Porque mientras él luchaba contra la dictadura, el Obispo de Caacupé,
Aquino, hacía lo posible para proporcionarle al régimen apoyo
religioso y algunas otras cosas más mundanas.
La
maniobra de los Obispos para defender la usurpación no es pues una
cosa sorpresiva. Hicieron lo que estaban decididos a hacer, desde el
comienzo, porque es sabido que para la Iglesia Católica jamás
importan los medios para conseguir el fin. Con tal de salvar el alma
ellos son capaces de quemar el cuerpo.
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