Ayer,
miércoles 31 de enero, se realizó una especie de manifestación
frente al Congreso y el Palacio de Gobierno, organizada por una
veintena de organizaciones "sociales" que no reunió
doscientas personas.
Se
trataba de una protesta contra los aumentos de tarifas recientemente
decretados por el gobierno, a lo que los sindicalistas de las
empresas estatales agregaron una serie de reivindicaciones más,
todas contradictorias entre sí. El resultado fue que en lugar de un
rugido de león apareciera un triste maullido de gato callejero.
La
situación paraguaya es angustiosa y un gran sector del pueblo se
muere de hambre, pero al diversificar la protesta con tanto reclamo
contradictorio, no se puede reunir gente para hacer patente el
descontento.
El
gobierno, no solamente se muere de la risa frente a estas
manifestaciones, sino que puede ser a la vez astuto - al conceder
alguna cosita intrascendente - y arrogante - al negarse siquiera a
considerar los reclamos más fuertes -.
La
solución del país está en gran medida en el achicamiento de la
burocracia y esto lo sabe todo el pueblo, pero los sindicalistas de
las empresas estatales se niegan a tal achicamiento, defendiendo sus
prebendas.
¿Como
va a participar nadie en una manifestación de funcionarios públicos,
que son la ralea mas odiada por el pueblo que sufre sus desplantes,
su mala educación, su mal trato y su manifiesta deshonestidad e
inutilidad?
Se protesta contra el aumento de tarifas, pero al mismo
tiempo aparecen los que hacen indispensables esos aumentos. Esa la
burocracia prebendaria la que ha puesto al borde de la quiebra a las
empresas estatales y por consiguiente la que ha hecho que las
tarifas deban subir.
¿Que
persona con dos dedos de frente se manifestaría para defender los
puestos de funcionarios que están agobiando al pueblo?
Por
supuesto que el resultado es el papelón. Aparecen veinte
organizaciones con nombres sonoros y se movilizan doscientas
personas. El gobierno, que es el más impopular de la historia
paraguaya rica en gobiernos impopulares, puede presentar al mundo
las vistas de una escuálida manifestación que parece destinada, no
a protestar por tarifazos, sino parea pedir la destitución de una
directora de escuela de campaña.
Y la gente se queja porque no hay asistencia a las
convocaciones. No puede haber asistencia cuando se pretende juntar,
en una sola protesta, a los que tienen razón para protestar y a los
que son la razón de la protesta.
La verdad es que la manifestación del miércoles 31 de enero
fue un fiasco por donde se lo mire, sin que ningún pretexto pueda
ocultar el hecho del fracaso. Con protestas como esa el gobierno
puede descansar tranquilo hasta el fin de los siglos, o hasta que
harte a los Estados Unidos o al Brasil, sus dos poderosos
protectores.
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