La
Nación de Asunción está publicando una serie de documentos originados
en la Policía Nacional que arrojan una luz siniestra sobre lo que
ocurrió en la plaza del Congreso en marzo de 1999. Poco a poco se
va dibujando la conjura y van apareciendo los responsables, gracias
a los documentos que hoy aparecen por primera vez.
En
realidad muchos sabían lo que ocurrió en aquella noche de marzo de
1999, pero no tenían documentación para probar lo que sabían. Yo
mismo había denunciado una y otra vez que la gente fue llevada engañada
a la plaza dicen que Juan Carlos Wasmosy puso cerca de cien mil
dólares para mantener a los campesinos que habían venido engañados
por Luis González Macchi bajo la promesa de condonación de sus
deudas, en Asunción que hubo una patota bien entrenada por
Francisco de Paula Oliva y una desinformación general manejada
desde Radio Uno por Herminia Feliciángeli, Victor Benitez y Carlos
Niz. Se sabía que hubo un grupo fuertemente armado, bajo el mando
de Walter Bower y del Gral. Morel Garay, que se apoderó del
edificio del Senado y se atrincheró en el tejado, y que en la
Iglesia Catedral de Asunción se había establecido un cuartel
general, con armas , explosivos y una suerte de estado mayor.
Se
sabía que los senadores Luis Mauro y Francisco de Vargas y el
diputado Franklin Boccia azuzaban a los jóvenes patoteros para que
atacasen a la Policía. Se sabía que los primeros disparos
partieron del tejado del Senado. Todo eso se sabía, pero no se podía
comprobar. Ahora La Nación está publicando las evidencias de modo
que no solamente ya se sabe, sino que está comprobado. Ha dejado de
ser un rumor para ser una certeza. El viernes negro de marzo de 1999
hubo una conjura para derribar el gobierno constitucional en la que
participaron militares el Gral. Carlos Caballero Camacho
diplomáticos Maura Harty embajadora de Clinton -, el Ministro
del Interior Carlos Cubas hermano del entonces presidente de la República,
y casi la totalidad de los miembros del Congreso. Los muertos de esa
noche, cayeron , no por la acción de franco tiradores asesinos,
sino porque era necesario a los fines de los conjurados.
Coincidentemente
con lo que sucedía en la plaza del Congreso Radio Uno desinformaba
al pueblo y hacía creer que se trataba de un asesinato en masa,
perpetrado contra pacíficos jóvenes que se manifestaban para
defender la democracia Y en ese episodio otra vez aparecen
Herminia Feliciángeli, Victor Benitez y Carlos Niz, todos a sueldo
de Juan Carlos Wasmosy.
El
comandante de la patota de jóvenes, sacrificados algunos por sus
propios instigadores, fue Francisco de Paula Oliva, sacerdote católico,
conocido agitador marxista.
El
episodio de la plaza era indispensable porque ni con el asesinato
del Dr. Luis María Argaña que no se sabe si fue asesinato o
aprovechamiento de una muerte natural se iba a producir la
condena en juicio político al presidente Raúl Cubas Grau. Era
preciso un martillazo más, y ese martillazo fue el nefando episodio
de la plaza.
Los
conjurados compraron jueces y presentaron testigos falsos e hicieron
todo un esfuerzo sobrehumano para conseguir que los procesos se cerraran
antes que aparecieran las evidencias. Todo en vano, porque las
evidencias han aparecido y son condenatorias. Los asesinos e
instigadores, los cómplices y los ideólogos, no quedarán impunes.
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