Exigencias
liberales
Enrique Vargas Peña
El partido Liberal (PLRA) ha presentado un pliego de exigencias para
permanecer en el llamado "gobierno de unidad nacional" que llama la atención
por dos motivos: por la dureza del pedido y por su aparición tardía.
La dictadura que los liberales han apoyado e integrado desde el 28 de
marzo muestra señales de estar necesitando recurrir a medidas cada vez más severas de
control social (represión), medidas que ni siquiera oportunistas sin principios como
"Yoyito" Franco, presidente del PLRA, o Miguel Abdón Saguier, ex canciller,
podrían soportar sin exigir mayor precio por su concurso.
Esta oleada represiva que se anuncia no significa, a mi juicio, que
esté cerca de la caída, como suponen invariablemente los optimistas de siempre, que no
se curan de realidad. Significa simplemente que la disputa feudal por espacios de poder en
el régimen le exige evitar riesgos, lo que se traduce en la mayor represión.
Consecuentemente, los liberales vienen a pescar en río revuelto, con
condiciones que son difíciles para los argañistas*, pues de ser aceptadas
estarían quedando si la bandera enarbolada por su extinto líder -que creía que
solamente los colorados tienen derecho a gobernar a nuestro país -, pero que suponen las
mejores para asegurar la supervivencia del sistema de expoliación.
Los argañistas no tienen ya ninguna otra bandera, desde que
sacrificaron todas las que les hicieron merecedores de algún respeto, a su pacto con Juan
Carlos Wasmosy. Hoy no son más que una horda repartiéndose cargos y bienes del Estado
con esa única enseña que les queda: sólo los colorados deben gobernar".
Si se les saca eso, y eso se les sacará si los liberales tienen
éxito, quedan reducidos a una junta de menesterosos viviendo del erario.
Pero las exigencias de los liberales, además, llegan tarde porque el
régimen no depende ya de ellos para mantenerse y, por tanto, la permanencia o la salida
del partido Liberal del gobierno no incide, en absoluto, para mejorar, aunque sea de
pasada, los derechos ciudadanos o estabilidad institucional.
Si tienen éxito, cosa difícil, los liberales aumentarán su
participación corporativa, pero el pueblo paraguayo no recibirá beneficio alguno, antes
bien, perjuicios, tales como tener que soportar un candidato único para las elecciones a
vicepresidente de la República que se convertirán en una mera comedia legitimadora, del
estilo a que nos tenía acostumbrados Alfredo Stroessner, con sus "elecciones"
quinquenales, controladas por funcionarios que en realidad eran sabuesos de la dictadura o
por "opositores" que eran asalariados del régimen.
Las exigencias liberales no tendrán, a mi juicio, buenas consecuencias
para el pueblo.