Nosotros,
el pueblo paraguayo, debemos preguntar a nuestros supuestos
representantes de la Cámara de Diputados si nos van a servir a
nosotros o si
prefieren
servir a otros intereses.
Porque de eso se trata la idea de solicitar el enjuiciamiento
del presidente Luis Ángel González Macchi: ¿Los diputados votarán
para castigar la indecencia en el Poder Ejecutivo o para favorecer a
sus partidos o a sus grupos de negocios?
Es evidente para cualquiera que se interese que el señor
González Macchi está desempeñando mal el cargo para el que fue
designado de forma completamente irregular y que, por si todo eso
fuera poco, existen indicios suficientes para sospechar de que en el
curso de ese desempeño hubo comisión de delitos comunes.
Algunos diputados (argañistas, encuentristas y ex
oviedistas), que cobran un muy buen sueldo para servir al pueblo
paraguayo y no a sus intereses particulares, no han tenido vergüenza
de decir en estos días que el pedido de juicio político de González
Macchi no debe concretarse porque la cupulita liberal (que
constitucionalmente debe suceder al presidente) no moralizará al
gobierno.
Sin embargo, la asunción a la presidencia de la República
de un paraguayo elegido por el pueblo implica moralizar radicalmente
el poder. Por tanto, si tenemos la desgracia de que el presidente
Julio César Franco se desempeñe del mismo modo nefasto que González
Macchi, aún así habremos ganado la legitimidad, piedra angular de
la moral pública.
A pesar de lo que predican Mario Paz Castaing y otros
serviles, los diputados argaño-encuentristas-exoviedistas no deben
olvidar que no están en el Congreso para beneficiar a sus grupos o
a sus familias, sino para ser vehículo de la voluntad popular en la
gestión de la cosa pública.
Los diputados que están tratando de salvar a González
Macchi dicen también que la situación está tan complicada que
no admite ya un cambio de gobierno. Al parecer, pretenden que se
olvide el punto central de la cuestión: el Paraguay está sumido en
una crisis muy especial, pues su propio gobierno es el problema
principal.
El gobierno de Luis Ángel González Macchi es el principal
problema del Paraguay, es el escollo que nos separa de la
normalidad. Es el factor más importante que impide a los
comerciantes vender, a los industriales producir, a los trabajadores
ganar. González Macchi solo beneficia a los prebendarios.
La crisis exige, consecuentemente, remover al gobierno,
cuanto más rápido sea, tanto mejor.
Los diputados que están tan preocupados por la suerte del
argañismo deberían ocuparse un poco más de la suerte del país.
Ya han causado demasiado daño con sus absurdos jueguitos político-comerciales,
con sus cálculos para ver quién burla más astutamente al pueblo
paraguayo.
Nosotros, la sociedad civil, debemos articularnos para hacer
ver a nuestros supuestos representantes de la Cámara de Diputados
que si no van a servir al pueblo, el pueblo será capaz de
castigarlos.
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