El fascismo no
quiere elecciones
Enrique Vargas Peña
Los agentes del régimen están impulsando por todos los medios a su
alcance y en todos los frentes, la supresión de las elecciones. Los jerarcas de la
dictadura ya no disimulan su programa y todos, Laíno, Wasmosy, Bower, admiten
públicamente que no quieren que el pueblo paraguayo hable.
Pero los fascistas necesitan todavía dar la apariencia de respetar la
legalidad burguesa que detestan, y deberán, por eso, disfrazar con una aprobación
legislativa la supresión las elecciones. Quieren hacerlo antes de febrero, según
confesión de Rigoberto Zarza, principal operador del régimen en la materia.
Hay que repetir aquí para qué sirven las elecciones, pues el aparato
propagandístico de la dictadura (Ultima Hora, Canal 9 etc.) está tratando de ocultarlo.
En primer lugar, las elecciones sirven, como es obvio, para que el
pueblo elija a quienes administrarán sus bienes. Los bienes del pueblo, por ejemplo, los
millones de dólares para el Hospital Militar que quieren depositar en sus cuentas
privadas algunos muchachos, o los que quieren embolsarse sobrefacturando reliquias aéreas
de la II Guerra Mundial.
Pero las elecciones sirven, principalmente, para expresar la voluntad
pública, el sentimiento general de la población, que es lo que el régimen paraguayo no
desea que se exprese.
Al régimen no le interesa tanto el aspecto administrativo de la
elección, que tampoco desea, sino su aspecto político: la dictadura teme el
pronunciamiento del pueblo sobre su gestión.
Cualquier persona que dedique unos minutos del día a leer las noticias
internacionales de los diarios conoce esta función principal de un proceso electoral, la
medición de la voluntad política de la nación.
Por ejemplo, cuando los cables dicen que los electores argentinos
castigaron a la corrupción menemista pero no al modelo que Menem trajo a la Argentina
están hablando de ese aspecto de las elecciones más que del de la mera elección de
administradores.
Cuando los despachos noticiosos dan cuenta de que Fernando De la Rúa
elige un gabinete que promete seguir la línea de Menem, pero sin corrupción, están
mostrando cómo el presidente electo de los argentinos "lee" el mensaje
político que recibió del electorado.
O cuando los electores de los estados alemanes castigan al partido del
canciller federal Gerhard Schroeder, en elecciones regionales, están cumpliendo las dos
funciones al mismo tiempo: eligen administradores locales y envían un mensaje político
al gobierno: "cambie, que su dirección no nos gusta".
Eso sucede en todo el mundo y por eso en todo el mundo la tendencia
democrática es institucionalizar las elecciones llamadas de "medio término",
aumentar las consultas populares, que son las que permiten al pueblo enviar mensajes
permanentes al gobierno, controlándolo efectivamente.
El 10 de mayo de 1998, también el pueblo paraguayo, de una manera
ejemplar y sin tachas, eligió administradores y dio un mensaje estentóreo y claro:
"señor Wasmosy, no queremos saber más de Usted; váyanse Ud. y su aliado
Laíno". El pueblo supo elegir pero Wasmosy y Laíno todavía no aprenden a leer. Ni
a respetar.
La elección de vicepresidente de la República permitirá a la
sociedad paraguaya hablar sobre la marcha de los acontecimientos, como hubiera podido
hablar una parte significativa de ella en las también suprimidas internas del partido
Colorado.
También lo harán las elecciones municipales, que son aquí las
elecciones de "medio término" que el proyecto corporativo en marcha quiere
suprimir porque la oligarquía que nos oprime teme la voz del pueblo.
El voto de los diputados sobre el proyecto de suprimir las elecciones
de "medio término" y sobre eliminar la elección del vice presidente permitirá
ver quiénes sirven realmente al pueblo y quiénes al fascismo.