Desde
1990, aproximadamente, los partidos políticos paraguayos están
siendo desafiados, con cada vez mayor riesgo para sus
existencias, por los ingenieros financieros (Wasmosy, Caballero
Vargas, Pedro Fadul), sin que hasta ahora hayan atinado una
respuesta adecuada al fenómeno.
El eventual triunfo político de los ingenieros financieros
(ahora es el intento de Pedro Fadul) significa, lisa y llanamente,
el final de los partidos tradicionales paraguayos (Colorado y
Liberal) y, lo que es mucho peor, el final definitivo del
dificultoso intento por vivir en libertad que estamos haciendo desde
1989.
Lo sorprendente de la situación es que los dirigentes de y
representantes elegidos por los partidos tradicionales parecen
completamente decididos a favorecer el éxito político de los
ingenieros financieros.
No se trata solamente de la proverbial ineptitud con que han
estado interviniendo en los asuntos públicos desde 1989, sino también
de haber incorporado a su lenguaje las premisas corporativistas que
los ingenieros financieros han diseñado para desarrollar su acción:
los políticos no pueden hacer frente eficientemente al desafío de
los ingenieros financieros porque estos han logrado imponer su
propio lenguaje en el escenario político paraguayo.
Por ejemplo, es un lugar común ahora aceptado más o menos
por todos el lema, fabricado por los ingenieros financieros, de que
el subsidio estatal a los partidos es un abuso intolerable.
Esto es lo que vienen haciendo decir los ingenieros
financieros para paralizar a los partidos y apoderarse de ellos o
suplantarlos. Nadie se acuerda que los ingenieros financieros no
necesitan subsidios estatales porque controlan los ahorros de los
paraguayos y están, por tanto, en una posición económica que
lesiona la igualdad en la competencia política.
Sin
embargo, los mismos liberales y colorados van por ahí avergonzados
de un subsidio que, dadas las presentes circunstancias, es la única
garantía relativamente eficaz de un contrapeso mínimo de la
sociedad frente al poder económico de los ingenieros financieros.
Hasta
tanto no se establezcan por ley mecanismos probadamente eficientes
para impedir que ingenieros financieros como Fadul, Caballero Vargas
o Wasmosy usen los ahorros de los paraguayos en sus campañas políticas,
los subsidios a los partidos son un aporte fundamental al equilibrio
del sistema.
¿Quieren
eliminar los subsidios?
Pues
bien, eliminemos primero el poder de los ingenieros financieros
sobre los ahorros de la gente. Que no puedan usarlos para pagar los
gastos de sus campañas políticas (es para poder usar
discrecionalmente esos ahorros que eliminaron de facto desde
marzo de 1999 los informes de control exigidos por la ley de
Bancos).
Lastimosamente
nuestros políticos no piensan mas que en ellos mismos, están
cegados por sus pequeñas ambiciones personales, han sacrificado la
democracia por el sueño de la 4x4 propia y les importa un rábano
que los ingenieros financieros sean los dueños del país con tal de
tener el quincho de tres pisos en el fondo de sus casas.
Ese
es el verdadero drama del Paraguay: tiene políticos que dan lástima
que, a pesar de ello, causan al país menos daño que los proyectos
corporativistas y voluntaristas de los ingenieros financieros.
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