La convención extraordinaria del partido Liberal Radical Auténtico
ha
sido, a mi juicio,
un fracaso estrepitoso desde el punto de vista de las
esperanzas de cambio en el Paraguay pues confirmó que dentro de los
grupos que participaron en el marzo paraguayo ninguno es
alternativa válida al gobierno de Luis Ángel González Macchi.
Si los radicales auténticos querían emitir un mensaje
esperanzador de cambio, la convención del pasado domingo 25 de
marzo fue suficiente para desacreditar cualquier pretensión del
vicepresidente Yoyito Franco.
En primer lugar, la convención pidió la renuncia del
presidente González
cuando sus propios expertos recomendaron pedir su destitución a la
Corte Suprema de Justicia que es la que lo puso en el cargo.
Después, dilató la reincorporación del ex diputado Hermes
Saguier al partido del que había sido expulsado tras la farsa
golpista del 18 de mayo de 2000, diciendo con ello que no se anima a
reivindicar el cuestionamiento real de la legitimidad del régimen.
Y para terminar, también dilató la expulsión del senador
Francisco José de Vargas, símbolo del régimen de marzo, que
hubiera permitido al partido hacer notar su ruptura con el sistema.
Eso sin contar con el lamentable espectáculo de las mujeres
que reclamaban espacios exponiendo las ambiciones de los integrantes
de la convención para ocupar cargos públicos.
Peor imagen no pudo ser proyectada. La convención permitió
al país ver a un partido pusilánime, sin proyectos claros, sin
propósitos definidos, equivocado en su línea, timorato en sus
planteos, profundamente desordenado, desorganizado, fragmentado, sin
vocación real de poder, renuente a asumir los compromisos que la
situación exige y huyendo a las corridas de la vaina de la condena
por oviedista con que lo amenazaron sus antiguos aliados de
marzo.
Esto que el país pudo ver en directo es resultado de años
de compromisos de numerosos dirigentes liberales (Pancho de Vargas,
Armando Espínola, Gonzalo Quintana, por citar solamente a los que
ocupan cargos electivos) con
Juan Carlos Wasmosy, quien se ha convertido a través de sus
testaferros en una figura gravitante de dicha agrupación.
Un partido que tiene figuras prominentes trabajando para el
señor Wasmosy no puede ser, y de hecho no es, alternativa de cambio
en el Paraguay.
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