El
vicepresidente Yoyito Franco se encuentra experimentando la
recepción de las numerosas demandas insatisfechas cuyos portadores
vieron en su candidatura un modo de darles salida.
Estas se van desde los sectores universitarios que piden que no
se cierren carreras de estudio hasta los empresarios de la Feprinco,
que le reclaman que haga algo, pasando por los propietarios de
estaciones de servicio, etc.
La existencia de estas demandas demuestra la expectativa que
Franco ha despertado en la sociedad y expone los riesgos que tiene el
presente curso de acción política del vicepresidente.
Si Franco no empieza, más temprano que tarde, a dar respuestas
efectivas a los reclamos que se le hacen, podrá eventualmente sufrir
la misma suerte que su aliado político, el intendente de Asunción
Martín Burt, execrado desde todos los sectores del espectro social, y
habrá enterrado sus chances de llegar democráticamente al poder.
Las presentes circunstancias parecen estar dando la razón a
los que proponían al vicepresidente enfrentar de un modo menos
complaciente al gobierno, haciendo ver que existiría en él una
alternativa funcional e inmediata de cambio en caso de que no se oyera
la voz del pueblo expresada el 13 de agosto.
Ocurre que el país continúa desbarrancándose y la gente
empieza a preguntarse, en su natural desesperación, si una estrategia
como la que parece haber adoptado Franco (ver y esperar) es
moralmente justificable.
El costo social de tal estrategia es muy elevado, pues implica
dejar que la ineficiencia del gobierno se haga sentir con todo su peso
sobre la sociedad civil.
Si esto es así, Franco corre el riesgo de no ser considerado
como alternativa válida en el 2003, mientras que los sectores que se
mantienen críticos irán capitalizando más y más la confianza de un
pueblo sumido en la desesperación.
Obviamente, hay en este análisis un factor imponderable desde
afuera: el tiempo. Es posible que el vicepresidente y su equipo estén
trabajando sobre un calendario que se mantiene razonablemente en
reserva, que les permitirá eludir la asociación con el gobierno y
evitar que otros, como el oviedismo, les arrebaten la chance de ganar
las próximas elecciones.
|