La
administración municipal de Martín Burt se jacta de haber
aumentado extraordinariamente las recaudaciones del Municipio
asunceno.
Lo
hace con razón. Por tomar el caso de una propiedad céntrica, en
1997 la tasa que la Municipalidad cobraba por mantenimiento del
pavimento era de gs. 85.950 (unos treinta dólares), Ahora es de
1.960.000 (quinientos treinta dólares), un aumento del mil
setecientos por ciento (1.700%). Y cada año suben más, como si la
capacidad de pago de la gente fuera infinita.
La
municipalidad arguye que modificó el sistema de cálculo para
aplicar correctamente las cargas, pero el hecho cierto e
incontrovertible, el hecho que Burt no puede negar, es que antes,
con mucho menos dinero, había menos baches en la ciudad y que no se
tardaba cuatro años para empezar a taparlos.
Es
decir, antes, los ciudadanos pagaban menos y recibían más del
municipio. En estos momentos pagan más y reciben menos.
Ese
es el modo en que el partido Liberal Radical Auténtico se comporta
con la ciudadanía: su administración del municipio asunceno ha
sido simplemente desastrosa para los habitantes de la ciudad; el
paso de los radicales auténticos por el poder capitalino no ha
redituado beneficio alguno para los asuncenos.
El
discurso sobre la vida útil del asfalto o sobre la
irresponsabilidad de Corposana, que Burt esgrime en su descargo y
que son ciertos, solamente ponen en evidencia la incapacidad de los
radicales para ejercer un liderazgo coordinador en beneficio de los
asuncenos.
Se
dan por satisfechos con encontrar a quien culpar del descalabro,
cuando lo cierto es que los contribuyentes les pagan el sueldo para
prevenir o reparar rápidamente los problemas que pueden afectar a
la gente.
En
general puede decirse que antes de la llegada de los radicales auténticos
la ciudad estaba más limpia, el centro histórico estaba mejor
atendido y la zona de prostíbulos estaba bien delimitada, a pesar
de que este gobierno cuenta con más recursos que ninguna
administración anterior.
Burt
es un ejemplar típico de los políticos que hicieron el "marzo
paraguayo". Todos ellos, sean del partido que sean, consideran
que el sector público es un fin en sí mismo y lo único que buscan
es cómo financiar los gastos de las burocracias clientelísticas a
cuyo crecimiento se dedican.
El
país de las personas de a pie, de esa inmensa mayoría que no vive
de los favores que los políticos hacen con dinero del pueblo, les
importa solamente para saber cómo pueden aumentarles los impuestos,
las tasas, las contribuciones que requieren para que los
funcionarios públicos puedan tener celulares, quinchos y la Hilux
4x4.
Se
vacían los bolsillos de los paraguayos para engrosar los de los burócratas
y contratistas públicos; la sociedad paraguaya ha sido puesta al
servicio del funcionariado. Martín Burt y su partido aportaron como
pocos a la construcción de este sistema pervertido.
Va siendo hora de volver
a la normalidad, de despedir a políticos como Burt para poder bajar
los impuestos.
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