El
vicepresidente Julio Cesar Franco y su equipo están cerca del poder.
En principio, es necesario decir que no están allí por accidente,
sino porque han desarrollado una política que los condujo a esa
posición.
Es
indudable que esa política recibe el inesperado auxilio de la que
desarrolla por su parte el gobierno de Luis Ángel González Macchi,
agravando todos los problemas que existían en el país y creando
otros, nuevos.
En
este momento, resulta claro que Franco se ha constituido ya en un
poder paralelo al del presidente y que hay una parte importante y
creciente del país dispuesta a seguirle.
De
hecho, hay sectores que claman con desesperación incluso, el acceso
de Yoyito y su equipo al gobierno. La cuestión más importante es la
condición en que están dispuestos a hacerse cargo.
Entre
los elementos que se están pesando en busca de tomar una decisión,
se cuentan, el papel de Estados Unidos, el de Brasil y el de los
organismos internacionales de crédito.
La
situación de las finanzas públicas es sencillamente desastrosa. Esto
significa que, a corto plazo, el gobierno quedará literalmente
incapacitado de hacer frente a compromisos tan básicos como el pago
de los salarios militares.
Estados
Unidos, que respalda al gobierno por decisión personal del presidente
William Jefferson Clinton (por el caso del filipino Mark Jiménez),
parece decidido a prolongar en cuanto le sea posible la existencia de
la administración de González Macchi, a raíz de lo cual ha abierto
la posibilidad de instrumentar nuevos préstamos para el Paraguay que
permitirían sortear los vencimientos.
Sin
embargo, existen requisitos mínimos de administración que dificultan
materializar la concesión de esos préstamos, requisitos sobre los
que trabajan tanto el gobierno como el equipo del vicepresidente
Franco.
El
resultado de las elecciones norteamericanas del 7 de noviembre tiene,
pues, particular importancia para el Paraguay.
Un
triunfo demócrata implica la posibilidad para Clinton de mantener su
asistencia al gobierno. Un triunfo republicano obligará al presidente
saliente a ordenar la casa antes de entregarla lo que podría
significar el fin de González Macchi.
Los
organismos internacionales de crédito, aunque juegan con relativa
autonomía, están también a la espera de ese resulltado.
Brasil,
por su parte, apoyará a quien le ofrezca mayor seguridad y ese es,
precariamente, González Macchi. Pero un aumento de la precariedad
podría hacer cambiar la evaluación.
Esto es lo que están esperando Franco y su equipo: un deterioro tal
de la posición interna de González Macchi que deje de ser negocio
para Brasil y una definición en Estados Unidos que permita hacer cálculos.
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