Como
era previsible, la coalición de marzo empezó a mover su maquinaria
para afectar el derecho de los colorados a expresar su voluntad en
las elecciones internas previstas para el 6 de mayo.
El grupo del actual presidente, Bader Rachid Lichi, alegando
que unos 127.000 colorados no figuran en el padrón partidario, se
apresta a solicitar alteraciones de tal instrumento o la suspensión
de las elecciones.
Ahora resulta evidente que la maniobra había sido preparada
con bastante antelación por si las cosas se ponían como
efectivamente se encuentran en estos momentos (el oviedismo sólidamente
posicionado como segunda fuerza del partido), puesto que las
autoridades que prepararon estos padrones pertenecen, todas sin
excepción, a la coalición de marzo que también integran Rachid
Lichi y el principal candidato oficialista, Nicanor Duarte Frutos.
Ocurre que la coalición de marzo (Wasmosy, Caballero Vargas,
el partido Liberal Radical Auténtico, los restos del argañismo y
la Iglesia Católica) no puede tolerar que el oviedismo se
convierta, por fuerza de
su
caudal electoral, en partícipe del gobierno del que le habían
desalojado con un golpe de Estado.
No lo pueden tolerar por razones de legitimidad, ni por
razones de administración práctica del poder.
Es muy temprano aún para señalar el camino que tomará la
acción planteada por Rachid Lichi, pero no lo es para saber lo que
cabe esperar de ella, cualquiera sea el curso de los
acontecimientos: un nuevo atropello a la soberanía popular en el
Paraguay.
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