La
discusión sobre la reforma electoral que está en curso en el
Paraguay no puede estar peor encaminada: están hablando de unificar
las elecciones y de abrir las listas de los partidos.
Unificar las elecciones simplemente reduce la posibilidad del
pueblo de participar en la gestión del gobierno y de controlar a
sus mandatarios. Tiene mucho mayor participación en los asuntos públicos
una sociedad llamada frecuentemente a las urnas que una que está
limitada a concurrir cada cinco años, como pretenden en Paraguay.
El actual sistema paraguayo, con una elección general cada
cinco años y una elección municipal, también quinquenal, pero
realizada en el medio término del período originado en aquella, es
ya completamente insatisfactorio a los efectos del control y la
participación populares.
Tanto los elegidos en la primera, como los elegidos en la
segunda no deben rendir cuentas de sus actos durante toda la duración
de sus gestiones y, aunque la elección municipal sirve para
eventualmente enviar mensajes al Poder Ejecutivo nacional, no tiene
efecto alguno sobre el Poder Legislativo.
Algo peor sucede con la general con relación a la municipal,
donde concejales e intendentes gozan de una absoluta impunidad
frente a sus mandantes.
Ahora se pretende reducir aún más la posibilidad de
participación y control, unificando las elecciones general y
municipal en un solo acto quinquenal, eliminando estrecha
posibilidad de un pronunciamiento de medio término que ahora tiene
el electorado.
Al mismo tiempo pretenden abrir las listas de candidatos,
actualmente integradas por cada partido por el sistema de
representación proporcional mediante elección directa de los
afiliados de cada partido político.
Dicha pretensión encubre la intención de mantener el
sistema de listas, que constituye el problema en sí mismo: las
listas, abiertas o cerradas, impiden la vinculación directa del
elector y el elegido al imponer la intermediación obligatoria de
las cúpulas políticas y diluyen completamente la responsabilidad
personal del mandatario ante sus mandantes durante el ejercicio del
mandato.
El problema central del sistema de listas, cualquiera que sea
la variante que se analice, es ese: el elector no tiene vínculo
alguno con su representante mientras este ejerce sus funciones, por
lo que las ejerce para beneficio de grupos especiales de interés.
En síntesis, la reforma electoral que se propone para el
Paraguay, refuerza el carácter autocrático de las oligarquías políticas
dominantes y no constituye avance alguno en la democratización del
país con relación a la situación que ahora existe.
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