Finalmente,
el Superior Tribunal de Justicia Electoral resolvió que el senador
electo Alejandro Velázquez Ugarte preste el juramento que le
habilitará para el ejercicio del cargo, algo a lo que tiene derecho
según la Constitución y las leyes pero a lo que se opusieron con
éxito los autoritarios que ejercen el gobierno paraguayo.
El
juramento ha sido señalado para el próximo jueves ante el propio
Tribunal.
No
hay razones para esperar que, mientras el presente régimen
paraguayo permanezca en el poder, el senador Velázquez Ugarte pueda
alguna vez ocupar productivamente su banca senatorial.
De
hacerlo, demasiados jerarcas del régimen quedarían en el más
completo ridículo: Juan Carlos Galaverna, ex presidente del Senado,
Juan Roque Galeano, actual presidente, los jueces, comenzando por
los tres miembros titulares del Superior Tribunal de Justicia
Electoral, que se inhibieron cobardemente para no comprometerse en
el caso, etc.
Pero
los más dañados serán sin duda los seudo opositores que acompañan
al régimen en sus desmanes: Luis Guanes Gondra, Evelio Fernández
Arévalos, Mario Paz Castaign, Francisco José De Vargas, por citar
a los principales y a los que más alarde viven haciendo de sus
supuestas condiciones morales.
Estos
sí quedarán reducidos a ser considerados como imágenes patéticas
de la descomposición del Paraguay. Incapaces del más mínimo acto
de valor cívico, serviles con el poder, opresores con la oposición,
capaces de admitir cualquier abuso con tal de mantener los exiguos
privilegios que les regala el régimen por actuar de comparsas.
Es
muy difícil que incluso esas personas admitan tanta humillación,
por lo que es medianamente razonable esperar que impidan, con alguna
nueva artimaña que Velázquez Ugarte pueda ejercer el cargo para el
que fue elegido.
El
pecado de Velázquez Ugarte, como todo el mundo sabe, es haber sido
vocero del general Lino César Oviedo.
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