El sistema
Enrique Vargas Peña
Deliberadamente recurro a la expresión "el sistema",
utilizada con precisión por Fernando Levi Ruffinelli cuando se refería al régimen de
Stroessner, para describir al gobierno surgido en marzo.
Sistema es un grupo de elementos conectados que forman un conjunto que
trabaja unido.
Los elementos que integran el sistema mantienen siempre sus funciones y
características individuales -el corazón es diferente al cerebro-, pero su eficacia se
da en conjunto, no por separado.
El régimen de marzo es un sistema integrado por diversos elementos
institucionales: las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica, los gremios, las embajadas de
Estados Unidos y de Brasil y los grupos dominantes de los partidos Colorado y Liberal.
Muchos de esos elementos ya habían trabajado juntos anteriormente,
otros fueron incorporados recién ahora. Durante el régimen de Stroessner, el partido
Colorado, las Fuerzas Armadas, los gremios, la Iglesia y las embajadas mencionadas ya
habían colaborado estrechamente. La incorporación del partido Liberal es, tal vez, su
jugada más audaz y más visionaria.
El sistema de Stroessner se había desarticulado progresivamente por
efecto de la creciente incapacidad del dictador de equilibrar los diversos intereses
operando en su interior, hasta que colapsó el 3 de febrero de 1989.
El articulador público del presente sistema es Juan Carlos Wasmosy
-aunque algunos hablan de Enzo Debernardi, ex ministro de Hacienda, ex
director de la binacional hidroeléctrica de Itaipú-. Wasmosy se abocó a esa tarea desde
el mismísmo 3 de febrero, golpe en el que había participado, no precisamente para
liberar al Paraguay.
Hay sistemas democráticos y hay sistemas de otra índole. Entre estos,
los hay faudales, centralizadores, etc.
El sistema que se está estableciendo en el Paraguay es feudal, por las
razones que ya se han señalado.
La articulación de un nuevo sistema es una tarea difícil, llena de
contratiempos y dificultades, pero los ingenieros saben que la eficacia de un sistema se
mide no solamente, ni siquiera principalmente, por eventuales logros externos, que son un
asunto posterior, sino por su capacidad de sobrevivir en tanto tal.
El sistema se va consolidando a medida que sus elementos se van
encastrando; a medida que ellos van realizando los usos a los que han sido destinados con
mayor precisión.
Las luchas que ahora existen entre diversos elementos del sistema que
oprime al Paraguay son nada más que ajustes propios y caracterísiticos de un sistema que
ha entrado en funcionamiento pleno, a partir del 28 de marzo.
No son desajustes peligrosos, aunque podrían llegar a serlo, porque
Wasmosy se está mostrando muy capaz de lograr los equilibrios requeridos. Allí es, por
ejemplo, donde encaja perfectamente la resurrección de Domingo Laíno.
Incluso Luis Alberto Wagner, ex ministro de Agricultura y líder
aparente de la oposición, debe ser considerado, hasta que no demuestre fehacientemente lo
contrario, como una pieza más del juego de equilibrios ideado por Wasmosy para que su
sistema funcione: es sintomático que Wagner no haya hecho nada, absolutamente nada, que
no sea beneficioso a largo plazo para la sobrevivencia del régimen.
Los sistemas se hacen para durar mucho tiempo. Si se logra el ajuste de
todas sus piezas, es mejor empezar a acostumbrarnos a la idea de una larga noche
autoritaria.