Iglesia
autoritaria
Enrique Vargas Peña
La Iglesia Católica Apostólica Romana en Paraguay alimenta la
vocación autoritaria de la oligarquía que nos oprime y es cómplice de su proyecto
fascista, lo que no debe extrañar considerando la larga y nunca interrumpida vinculación
entre el catolicismo y la derecha corporativa.
El compromiso entre la Iglesia y Mussolini, Oliveira, Franco o la
última dictadura militar argentina está suficientemente bien documentado.
En esa línea, los obispos del Paraguay apoyan ahora la modificación
del calendario electoral para unificar las elecciones (nacionales y municipales) en el
año 2003, de acuerdo al programa verdadero del régimen de marzo, que no desea devolver
al pueblo paraguayo el derecho de elegir a sus gobernantes.
El fascismo no desea elecciones, pues considera que los mecanismos de
la democracia burguesa son una distracción que impide concentrar energía en el
desarrollo económico. Esto es lo que sostuvieron siempre Hitler y Estigarribia.
Los obispos también consideran que eliminar las elecciones
"beneficiará a la pacificación del país, evitará la distracción exagerada y
permitirá que los parlamentarios trabajen en las leyes necesarias para el país".
En el mismo tono se están pronunciando otros exponentes de la
oligarquía, el empresario financiero Pedro Fadul y el terrateniente Fernando Serrati. Un
país sin los mecanismos democráticos de participación del pueblo es el "Paraguay
Jaipotáva" que pretende la Iglesia.
Los obispos resolvieron hacer público su nunca bien disimulado ideal
autoritario en su asamblea que concluyó el viernes 12 de noviembre, a raíz de un pedido
de la Asociación de Juntas Municipales.
Esta Asociación de Juntas Municipales impulsa en el Congreso el
proyecto de ley de unificación de las elecciones, que, a su vez, implica la prórroga del
mandato de las actuales autoridades municipales, (es decir de ellas mismas).
El presidente de la entidad, Miguel Angel Aguilera, coincidentemente
presidente de la Junta Municipal de Lambaré -municipio argañista por excelencia del
Paraguay- dijo que la intención es "evitar confrontaciones que hacen perder el
tiempo...las elecciones constantes no hacen más que generar una revancha permanente, lo
que hace impracticable una buena administración".
Según el obispo castrense y vocero de la Conferencia Episcopal, Pastor
Cuquejo, los obispos decidieron apoyar la postura de hacer una sola elección después de
escuchar la opinión de "exponentes de la sociedad que apoyan esta iniciativa".
Esa es la "democracia orgánica" que el catolicismo ya impuso
una vez en España, en la que "exponentes de la sociedad" designados a dedo de
arriba para abajo reemplazan al pueblo en el proceso de toma de decisiones políticas.
Pastor Cuquejo sostuvo que la sociedad paraguaya se maneja de acuerdo a
"urgencias coyunturales", lo que provoca, a su juicio, "estos desfases
políticos, los problemas económicos crónicos...que no logran resolverse por falta de
una cultura de mayor participación..."
La Iglesia añade así el cinismo al despojo, pues es evidente que no
hay participación real sin elecciones.
Ya pedirá perdón a sus víctimas dentro de quinientos años como
acostumbra a hacer o elevará mas tarde a los altares a alguno de sus miembros díscolos
para intentar cubrir la regla con la excepción, como hizo con la Conquista o con el
nazismo.
El pueblo paraguayo no puede oponer resistencia al proyecto fascista de
la oligarquía porque está desorganizado, desarticulado, aterrorizado. Pero puede ver
dónde están los que le niegan sus derechos y recordarlo.