El programa del cambio
Enrique Vargas Peña
La verdadera oposición es aquella que no se ha limitado a cuestionar
la legitimidad de González Macchi, sino aquella que está discutiendo la legitimidad del
régimen de marzo entero, un sistema formalizado en marzo de 1999 pero originado en el
pacto de gobernabilidad entre Laíno y Wasmosy.
El régimen de marzo consiste en la subordinación del Poder Judicial a
las cúpulas políticas que, a su vez y en compañía de las cúpulas empresariales y de
la embajada de Estados Unidos en representación de Mark Jiménez, financista de Bill
Clinton, usurpan la soberanía del pueblo paraguayo.
Este sistema es el que ha estado destruyendo al Paraguay, no solamente
porque implica una corrupción rampante, sino por su dinámica feudalizante.
Esa es la razón por la que todos aquellos paraguayos que deseen una
oportunidad para mejorar su suerte y la de sus familias o todos aquellos que deseen
castigar a los responsables de tanto dolor y tanto robo deben apoyar a la fuerza política
que, de una manera creíble, ofrezca una posibilidad real de cambiar las cosas en el
Paraguay en la elección del 13 de agosto.
Pues, a pesar de los intentos represivos del fiscal Caballero, la
elección del 13 de agosto permitirá al pueblo paraguayo pronunciarse sobre el régimen.
Ese día se podrá votar contra el régimen entero. Esa elección podrá abolirlo.
Para ello, habrá que apoyar a quien proponga cambiar el mecanismo de
designación de los jueces para liberarlo de la influencia de las cúpulas políticas;
facilitar el juicio de los magistrados que prevarican y endurecer las penas para
castigarlos; abolir el sistema de representación proporcional que es el núcleo del poder
de dichas cúpulas políticas y reemplazarlo por la elección uninominal territorial
directa; eliminar la reelección de diputados y senadores; restaurar el derecho a
presentar candidaturas independientes; establecer el derecho del pueblo a revocar los
mandatos de los elegidos y a amnistiar.
Habrá que apoyar a quien proponga cautelar los bienes de los ladrones
que se enriquecen con bienes que pertenecen al pueblo paraguayo; devolver esos bienes a la
gente para cubrir el acuciante déficit social; revisar los contratos del Estado;
desregular la economía y combatir los monopolios que imponen sobre los pobres precios que
cubren los costos de la riqueza de unos pocos y los oligopolios que restringen la libertad
de prensa.
Habrá que revisar las relaciones con EEUU, que Bill Clinton ha usado
para asegurar que Mark Jiménez tenga dinero para su partido Demócrata sacrificando a
nuestra democracia, hasta que se restablezca la decencia como base de la acción
norteamericana en Paraguay.
En síntesis, habrá que refundar la República, declarar una nueva
independencia, hay que soñar con un país mejor.
Pues si nosotros no soñamos, Wasmosy, Laíno, Caballero Vargas y los
Argaña seguirán realizando sus sueños a costa del pueblo.