Credibilidad pública
Enrique Vargas Peña
En el Paraguay, la prensa compite con el aparato propagandístico del
régimen. Este aparato nada tiene que ver con el periodismo, pues su tarea única es
presentar los hechos (o no presentarlos) según los entienden las fuerzas que están en el
gobierno. Este aparato propagandístico está encabezado por el diario Ultima Hora e
integrado por los diarios Noticias, El Día y el Popular, los canales de televisión, las
radios Uno y Primero de Marzo y el Sindicato de Periodistas del Paraguay.
Una prueba actual y visible a simple vista de la afirmación anterior
es el negociado del Hospital Militar, impunemente admitido por el propio encargado de la
presidencia de la República, Luis González Macchi, que, simplemente, no fue siquiera
mencionado en los mencionados órganos de propaganda. Hasta ahora.
Lo mismo puede decirse del Fiscal General del Estado, convertido en
ejecutor de la persecución política del régimen, que no vio lo del Hospital Militar
hasta que la confesión de González Macchi lo dejó completamente en evidencia y en el
mayor ridículo.
Con este asunto del Hospital Militar se confirma, una vez más, lo que
el mercado ya ha confirmado con sus preferencias: que la verdad o un servicio correcto a
sus lectores no son del interés de los órganos propagandísticos del régimen, sino que
su interés es satisfacer las necesidades políticas de los que mandan, ya ocultando los
hechos ( como en el mencionado caso del Hospital Militar), ya mintiendo abiertamente (como
en el caso del "testigo" Gumercindo Aguilar).
El aparato propagandístico del régimen ha hecho lo posible para
destruir a la prensa paraguaya. La última anécdota de éste propósito sórdido fue un
programa del locutor Víctor Benítez, amenazando a los anunciantes que publiquen avisos
en ABC Color con el escarnio.
Sin embargo, al aparato del régimen no le hacen mucha falta acciones
como la de Benítez, desde que las corporaciones que controlan el flujo publicitario
están firmemente en sus manos, lo que explica la gran cantidad de avisos que, a pesar de
su función, recibe Ultima Hora, buque insignia de la tiranía.
La propaganda política, desde luego, en un ambiente de libertad y de
respeto a las leyes, contribuye claramente a enriquecer el debate con puntos de vista
diversos, que es lo que ocurrió con los órganos del régimen entre 1992 y el 28 de marzo
de 1999.
Pero la propaganda política en un régimen autoritario contribuye a una muy otra cosa,
como se observa claramente en el caso cubano: contribuye al propósito de alienar a los
expoliados.