Algunas
personalidades paradigmáticas de la oligarquía paraguaya, como
Milda Rivarola, historiadora oficial del régimen, y Pedro Fadul, su
modelo empresarial, se presentaron durante las fechas patrias (14 y
15 de mayo) a la plaza del Congreso, lugar en el que efectuaron una
parodia de funeral para sus adversarios políticos, cuyos nombres
fueron inscriptos en cruces con la leyenda QEPD (Que en Paz
Descanse).
El acto contó con la participación de las dos
organizaciones más radicales del régimen, Memoria Viva y
Foro Ciudadano.
Lo primero que cabe señalar de este acto es su notorio mal
gusto, manifiesto no en la amenaza implícita en la parodia, sino en
el ridículo de Pedro Fadul, líder de los empresarios cristianos
del Paraguay, un hombre supuestamente serio, jugando a clavar
alfileres en muñecas de trapo.
De Milda Rivarola, sin embargo, no se podía esperar otra
cosa.
Lo segundo es que estos sectores radicales del régimen están
repitiendo, con agravantes, la conducta que criticaban al oviedismo,
actuación por la que metieron en la cárcel, donde los mantienen, a
numerosos exponentes del grupo liderado por el general Lino Oviedo.
El agravante es que estos grupos del régimen dijeron siempre
que este tipo de lenguaje terminaba en la violencia.
La coalición de marzo, desde luego, se ha caracterizado
siempre por exaltar la arbitrariedad pura y simple como regla que
usa para relacionarse con el Paraguay: ella hace lo que quiere,
desde llamar al golpe militar (Mina Feliciángeli) hasta justificar
la tortura (Alfredo Boccia) sin perjuicio de acusar de hacer lo
mismo a quienes están en la vereda de enfrente.
Lo tercero es que esto, la arbitrariedad en el
relacionamiento entre el poder y la sociedad, más el modelo
corporativo por el que trabajan Fadul y Rivarola, más el ideario
expreso del régimen con respecto a la participación popular en el
gobierno, configuran un cuadro que es harto conocido en el Paraguay:
el del fascismo instaurado en 1936, consolidado en 1940 y alimentado
desde siempre por la Iglesia Católica y Estados Unidos.
La tradicional alianza católico-norteamericana en América
Latina, la que sirvió tan bien a los Somoza, a los Trujillo, a los
militares brasileños, a los argentinos y, en general, a todos los
sangrientos remedos de democracia que han sufrido los pueblos de América
infaustos para provecho de los potentados locales tanto como de
algunos expoliadores extranjeros, está plenamente operativa en
Paraguay.
El acto que Milda Rivarola y Pedro Fadul protagonizaron en la
plaza es un nuevo signo, uno más, acerca de la naturaleza de la
coalición de marzo, que vale más que mil discursos para mostrar el
modelo de sociedad que se está construyendo en el Paraguay.
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