Es
muy necesario, en orden a enfrentar el fenómeno con el que el régimen
de marzo impide el cambio, comprender que existe una diferencia
fundamental entre víctimas y victimarios en el proceso de
prebendarización de la sociedad y que las víctimas no deben ser
confundidas con los víctimarios.
Por prebendarización se entiende el proceso por el cual los
capos del régimen incorporan a la mayor cantidad de gente útil
(clases media y alta, líderes societarios) al sistema de corrupción
general, beneficiándoles mediante tráfico de influencias con
puestos o contratos públicos innecesarios y sobrepagados.
Es
un proceso destinado a silenciar la crítica y establecer una base
social para el régimen que ya había sido usado por Alfredo
Stroessner.
Los
victimarios son los mandatarios y funcionarios públicos que ofrecen
esos puestos o contratos (caso del ministro Euclides Acevedo a Cástulo
Franco, padre del vicepresidente de la República) y las personas
que habiendo tomado conocimiento de la mecánica del régimen
sobornan a mandatarios o funcionarios para lograr esos puestos o
contratos.
Las
víctimas son aquellas personas que, aceptando los recursos que se
les ofrecen de la manera señalada, no se encuentran en ninguna de
las categorías antes mencionadas.
Obviamente,
la línea que separa a las personas que sobornan para lograr puestos
y contratos de las que son receptoras pasivas de invitaciones
prebendarias es borrosa e impone numerosas dificultades prácticas
para el correcto discernimiento de los diversos casos.
El
objetivo de establecer con claridad esta diferencia es hacer notar
que el régimen no está constituido más que por una ínfima minoría
inmoral que mantiene prisionera y despojada de su sentido ético a
la mayoría.
El
propósito es hacer ver a esa mayoría que es posible, y necesario,
recuperar su sentido ético y trabajar por el cambio aunque sea
aprovechando los recursos con los que el régimen pretende comprar
la conciencia de la gente.
Es aventurado afirmar que hay alguna fuerza política en el Paraguay
capaz de ejecutar esta tarea. En realidad, los políticos de todos
los sectores parecen más interesados en incorporarse cuanto antes
al sistema que en cambiarlo para ahorrar al país el infortunio de
la haitianización.
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