Algunos
sectores de la ANR se encuentran desarrollando la estrategia de
enturbiar el escrutinio de la elección realizadas el pasado 13 de
agosto, lo que no es lo mismo que una fiscalización puntillosa del
recuento de votos.
Todos
los paraguayos tenemos derecho a que nuestros votos sean respetados,
desde el primero hasta el último y, por tanto, es absolutamente
indiscutible, es necesario, que haya un conteo rigurosamente
vigilado de los votos.
Pero de allí a pretender cuestionar actas electorales por el
sólo hecho de que ellas suman o restan votos a determinada
candidatura, agregando observaciones que podrían parecer ridículas,
media el trecho que separa a la limpieza del fraude.
Por su parte, el Tribunal Superior de Justicia Electoral está
haciendo todo cuanto está a su alcance para contribuir a este empeño
lamentable de enturbiar lo que aparecía limpio para prolongar la
estadía de aquellos sectores en el poder.
La situación es demostrativa de dónde se encuentran
verdaderamente los problemas de la democracia paraguaya, que no son
única o principalmente siquiera lo que pudiera plantear el general
Lino Oviedo.
La democracia paraguaya se traba en el poder fáctico de la
oligarquía que oprime al país desde hace más de seis décadas:
ella es la incapaz de actuar de acuerdo a las reglas.
En
ese contexto es notorio el esfuerzo en el que se encuentran
nuevamente involucrados los órganos de la oligarquía (Ultima Hora,
Noticias, Canal 9, Canal13), por el que pretenden que, de
confirmarse el triunfo de Yoyito Franco a pesar del enturbiamiento
del recuento de votos, este desconozca el mandato electoral
recibido.
Este
es un esfuerzo ya ensayado y los paraguayos conocemos su final.
El 27 de diciembre de 1992 el Dr. Luis María Argaña había
obtenido una apretada victoria electoral en la elección interna del
partido Colorado para designar candidato presidencial para las
nacionales de mayo de 1993.
Enturbiando el conteo de votos, al cabo de dos meses, el
resultado fue inverso al expresado en las urnas y se adjudicó la
candidatura presidencial republicana a Juan Carlos Wasmosy quien, no
por casualidad, se encuentra nuevamente detrás de todo esto.
Con ese fraude, se inició la transición paraguaya hacia la
dictadura, exitosamente coronada con el golpe militar del 28 de
marzo de 1999, por el que se derrocó a un gobierno legítimo y
libremente elegido por el pueblo y se despojó a la ciudadanía del
derecho a elegir presidente.
Algo peor podría ocurrir ahora.
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