El
objetivo detrás de la detención de Lino Oviedo es doble. Por un
lado, desprestigiar, demoler, destruir a Oviedo como persona,
presentándolo como cobarde, afeminado, delincuente común. El propósito
es desvincularlo de la gente, desalentar que la gente lo vea como
alternativa política.
Lo
implican en el narcotráfico para juzgarlo por un delito por el que
no era buscado con el probable objeto de condenarlo como reo común
en Brasil y conceder su extradición posterior a la pena al
Paraguay. Quieren enmudecerlo.
Al
hacer todo esto no están demoliendo a Oviedo solamente. Ni siquiera
principalmente: el objetivo real es desarticular a la oposición,
demoler la resistencia a la dictadura, despejar el camino para los
negocios de los muchachos de Clinton.
Quieren
imponer sobre la resistencia paraguaya una derrota total, tan
contundente que no se levante en los próximos cincuenta años.
Deben hacerlo, porque lo que han hecho en el camino es demasiado ya
y si no avanzan más, están condenados. Sin embargo, al avanzar, se
condenan más y más.
Pero
la resistencia, aunque simbolizada ahora por Oviedo, es más grande
que Oviedo. Con cada vejamen, la resistencia crece, la voluntad se
reafirma. Con cada humillación, alguien más se da cuenta del
juego. Con cada burla, alguien cambia de canal, con cada caricatura
publicada, una persona deja de comprar el diario que la contiene.
Con
cada persecución, debe, si no desea desaparecer bajo el peso del
opresor, aumentar su conciencia moral: la oposición a la dictadura
de González Macchi es la reserva moral del Paraguay y ella quiere
nada menos que la reinstauración de la democracia en el Paraguay.
Es
bueno recordar el papel de Brasil en apoyar toda esta humillación a
los demócratas paraguayos y en despojar de contenido moral a la
democracia en América Latina para ajustarse a los deseos de Bill
Clinton.
Aquello
se puede, aun contra Estados Unidos, como lo han demostrado Mandela
o los iraníes. La democracia no es patrimonio ni dádiva de Estados
Unidos y Estados Unidos, después de apoyar a Somoza, no puede dar
patente de demócrata a nadie.
La
lucha de la oposición se avisora larga y dolorosa. Pero su futuro
puede ser brillante, si es capaz de convertir la caída en lección.
|