Los pasos de
Oviedo
Enrique Vargas Peña
El ex candidato presidencial colorado Lino Oviedo ha movido la primera
pieza: dejó su asilo argentino y puso en evidencia el miedo pánico que le tiene la
dictadura paraguaya.
Esta, la dictadura, cayó en el ridículo al poner a las Fuerzas
Armadas en "aprestos operacionales", cosa usada solamente para una guerra, y al
sitiar la capital de la República con dos mil quinientos policías, todo para franar a
"una rata" que no tiene "más del tres por ciento del electorado"
según la apreciación que realizó en Buenos Aires el canciller Fernández Estigarribia.
La "rata" a la que solo sigue un exiguo "tres por
ciento" del electorado pone al régimen en situación bélica.
Caído en la cuenta del papelón, seguramente por indicación de sus
aliados yanquis, el régimen de Asunción retiró las ordenes formales de guerra (aunque
ciertamente se mantiene informalmente el casus belli) y el ministro Walter Bower apareció
sonriente en televisión para decir que la dictadura ni siquiera busca a Oviedo, lo que es
igualmente ridículo y lo que demuestra que alguien de afuera vino corriendo a escribirles
un libreto de emergencia y en el apuro no se dio cuenta de que Walter Bower no puede decir
esto después de haber dicho aquello sin convertirse en el hazmerreir de los observadores.
El aparato propagandístico de la dictadura (Ultima Hora, Canal 9,
Primero de Marzo, Radio Uno, El Día, Noticias, etc.) se mueve de manera igualmente
risible y, para los que siguen gastando tiempo y dinero en él, debe ser difícil empalmar
los contenidos del pasado viernes 10 con los de hoy (13), pues ellos también han ajustado
sus líneas a ese libreto dictado desde afuera.
Estos medios recuerdan a los de la Unión Soviética, cambiando según
las ordenes recibidas de Mikhail Suslov para ajustar la lectura de los acontecimientos a
las necesidades del régimen.
Los medios aliados del régimen paraguayo en el exterior (Página 12,
Jorge Lanata, CNN) están metidos en una carrera, ligeramente grotesca, para publicitar a
la periodista preferida de Wasmosy, Stella Ruffinelli, eludiendo así ellos la poco feliz
tarea de tratar de explicar lo inexplicable, a saber, que a causa de una "rata"
con el "tres por ciento" del electorado el Paraguay ha sido puesto en situación
de guerra y que los "demócratas" paraguayos, en realidad, no quieren hacer
elecciones.
Es difícil saber cuál será el siguiente paso de Oviedo, un hombre
que no siempre ha acertado el camino.
Pero este primer paso que ha dado, aunque ahora lo atrapen, ha servido
para confirmar el escaso vuelo intelectual de los jerarcas del régimen de Asunción y la
aún menor estatura ética de quienes les sirven en su aparato propagandístico.
Es decir, con su acción Oviedo ha permitido ver cuál es la verdadera
tragedia del Paraguay, el raquitismo cultural de quienes usurpan el poder, tragedia que
seguirá causando males indecibles al país independientemente de la suerte que corra el
ex general.