Casi todos los autores, cómplices y encubridores del régimen
inaugurado el 28 de marzo de 1999 están negando, ahora, la
responsabilidad que tienen en el desastre indigno que impusieron al
Paraguay desde aquella infausta fecha.
Allí están el cura Oliva, los obispos, Milda Rivarola,
Pepito Morínigo, Juan Andrés Cardozo, Alfredo Boccia, Rafael
Filizzola, Pepa Kostianovski y un largo etcétera de gente diciendo
que ellos hicieron el marzo paraguayo, pero no sus
consecuencias.
Hasta Nelson Argaña intentó últimamente disfrazarse de
opositor.
Lo que estas personas dicen es lo mismo que reconocer que
arrojaron el fósforo encendido negando tener la culpa del incendio.
Cuando durante todo el año 1998 y, especialmente, a partir
del 28 de marzo del 99, hicimos notar que quienes propugnaban o
justificaban la violación del debido proceso para deshacerse de un
rival político no se detendrían luego ante límite alguno, se nos
descalificó.
Los politólogos, los filosofos, los
pensadores, los analistas de la coalición de marzo
afirmaron infatuados que en el Paraguay podrían desmentir a Lord
Acton y a Maquiavelo y reinventar la dinámica del poder para llegar
a buenos fines con medios repugnantes.
Por supuesto, el régimen de marzo no se detuvo y ya tiene en
su haber ejecuciones extrajudiciales, proscripciones, torturas y
corrupción, mucha corrupción.
También afirmamos, desde el 98, que la razón principal por
la que aquí hay gente con una moral capaz de utilizar la doctrina
de los medios justificados por el fin es la mediocridad.
La mediocridad que caracteriza a quienes construyeron el régimen
de marzo, o lo aprovechan, les hace confundir de un modo notable y
patético la
inteligencia
con la astucia. Se creen inteligentes, pero en el mejor de los casos
sólo son astutos. Con astucia se puede robar, ciertamente, pero no
se puede construir una empresa competitiva ni, mucho menos, una
sociedad próspera.
Los ideólogos de la coalición de marzo pensaron en cómo
hacerse ricos, pero no lograron imaginar siquiera un método para
evitar agotar al país mientras se alzaban con sus recursos. Tal es
la diferencia entre el presente sistema y el de Stroessner.
Esa es la razón por la que el régimen de marzo no ha hecho
más que deteriorar las condiciones de vida de los paraguayos
incluso entregando la soberanía nacional.
Nadie debe creer que los nuevos opositores a González Macchi
lo son porque sienten culpa o tienen vergüenza de lo que han hecho.
Se están disfrazando de opositores solamente porque creen que la caída
del presidente es inminente y porque buscan seguir perjudicando al
país con quien le suceda.
|