Si
los link están protegidos por derechos de copia, serán removidos a soicitud del
propietario |
| |
El presidente y los oviedistas
Enrique Vargas Peña
El sábado 2 de octubre tuvo lugar, en "Mburuvichá Roga", la
residencia oficial del presidente de la República del Paraguay, una extraña reunión
entre algunos miembros del grupo parlamentario que responde al liderazgo del exiliado
general Lino Oviedo y el jefe del Estado, Luis González Macchi.
La reunión es notable por varios motivos.
Es notable porque hasta ese sábado 2 de octubre los seguidores del
general Oviedo eran, para el gobierno de González Macchi, asesinos complotados contra el
Paraguay, escoria "fascista", una banda de criminales con la que no se tenía,
ni se debía tener, ningún contacto de ninguna especie.
Es notable porque hasta ese día, el grupo parlamentario oviedista
había cumplido el papel de oposición a un régimen que restringió gravemente los
mecanismos por los cuales el pueblo paraguayo podría cambiar legal y pacíficamente a sus
autoridades.
Y es notable porque González Macchi fue una pieza clave en la trama
que terminó con el derrocamiento del gobierno constitucional del Paraguay, el pasado 28
de marzo, cuya base política era el oviedismo.
Si Gonzalez Macchi accedió a reunirse con miembros de la bancada
oviedista, es claro que encuentra que la situación de su régimen exige recurrir a
jugadas riesgosas, desesperadas.
El Estado está en quiebra y se ve obligado a imponer tarifazos (subas
en las tarifas de luz, agua, teléfono, en los pasajes del transporte público, en los
precios de los combustibles) sin compensar a los trabajadores (que recibirán a cambio un
exiguo aumento del 5% sobre el salario mínimo, es decir algo más de nueve dólares).
La descomposición social se agrava hora a hora, con el paro indefinido
de los proveedores de combustible, la anunciada protesta de los productores agropecuarios,
el descontento de las hasta ahora dóciles centrales sindicales, que habían jugado un
papel central en la estabilidad del régimen.
La coalición de gobierno, integrada por los partidos Liberal y
Encuentro Nacional y por los grupos fieles al asesinado vice presidente Argaña y al ex
presidente Wasmosy del partido Colorado, se resquebraja ante las exigencias cada vez
mayores de los liberales y de los wasmosistas.
Las relaciones con Uruguay y con Argentina están afectadas por las
reiteradas ofensas que miembros de la coalición gobernante en Paraguay han proferido
contra las autoridades uruguayas y argentinas.
La credibilidad en el Poder Judicial del régimen, que nunca alcanzó
un nivel aceptable, se ha derrumbado completamente: no existe ya nada comparable en la
historia paraguaya, llena del prevaricato de jueces genuflexos, a la repulsa que la
sumisión judicial provoca en la opinión pública.
La impopularidad del gobierno es simplemente insoportable, según
exposición constante y uniforme de todas las encuestas dadas a conocer, en momentos en
que se ha establecido un calendario electoral para elegir al vice presidente de la
República.
Con ese panorama tuvo lugar la reunión entre González Macchi y los
oviedistas. Entre González Macchi y exponentes del movimiento político que tiene los
votos y el favor del pueblo.
No hay que descartar la probabilidad de que esos, los oviedistas que se
reunieron con el presidente, sean gente de la misma clase que los legisladores liberales y
los encuentristas que han desprestigiado al Congreso hasta despertar en la opinión
pública añoranzas de Fujimori y que, en consecuencia, les importe menos el panorama del
régimen que su propio beneficio.
Pero lo que se confirma más allá de toda duda es que González Macchi
y sus aliados carecen de coherencia y que por mantenerse en el poder son capaces de
cualquier cosa, como fueron capaces de cualquier cosa para llegar a él. . |
|