Reacomodo
Enrique Vargas Peña
Hay cambios en algunos discursos que denotan que algo se ha movido bajo
la superficie. Luis Alberto Wagner, que jugaba la carta de opositor radical en el seno del
partido Liberal Radical Auténtico, ahora dice que no reclamará la Presidencia de la
República si gana las elecciones del 13 de agosto. Raúl Sapena Brugada, miembro
tradicionalmente wasmosista de la Corte, sale a contradecir al presidente de la entidad,
reafirmando la inamovilidad de González Macchi hasta el 2003.
Al mismo tiempo, los intelectuales del ex presidente Wasmosy se pasan a
la oposición y llaman al país a la rebelión.
El presidente brasileño Cardoso sostiene al régimen públicamente y
confiesa que lo hace de acuerdo con el presidente norteamericano Clinton.
El reacomodo permite ver que hay piezas en el tablero que, aunque
parecieron jugar por algún tiempo para Wasmosy, estaban siguiendo en realidad ordenes de
otro patrón: Brasil y/o Estados Unidos.
Todo lo anterior tiende a confirmar la hipótesis de que Wasmosy está
dejando de contar con respaldo externo para sus operaciones y que ese respaldo está
siendo capitalizado directamente por el argañismo, lo que es consistente con la posición
relativamente crítica hacia Estados Unidos del ex canciller y hombre próximo al ex
presidente, José Félix Fernández Estigarribia.
Domingo Laíno, ex presidente del partido Liberal Radical Auténtico,
que es clave en este proceso, aparece como una especie de hombre de contacto de las
fuerzas en movimiento, pues su alianza con Wasmosy es tan evidente como su relación con
Brasil y Estados Unidos.
Si esta especulación se ve nuevamente ratificada por hechos
posteriores, no sería descabellado que se produzca una "coincidencia operativa"
entre Wasmosy y Oviedo que, en el mejor de los casos, sería para Oviedo semejante en sus
efectos a la que hubo en la Segunda Guerra Mundial entre Stalin y Churchill (permitió
sobrevivir a los agredidos pero les puso bajo una prolongada amenaza de los inmorales).
Pero nada permite suponer que Wasmosy se comportará de un modo
diferente al de Stalin y nada permite creer que Oviedo razonará como Churchill.
Hay que volver a aclarar que este reacomodo en nada modifica la
situación de dependencia a que se encuentra sometido al país, con su soberanía
suspendida por resolución de la Corte Suprema de Poder Judicial, para evitar que el
pueblo paraguayo afecte aquí los negocios que nutren con buen dinero la campaña de
Albert Gore y a los intereses regionales de Brasil.
Tampoco sería descabellado suponer que Wasmosy haya acelerado sus
contactos con George Bush Jr. y con Fernando De La Rúa o con el propio Carlos Menem,
también afectados por este siniestro juego de estrategia.
Despojados del derecho a elegir, los paraguayos hemos sido reducidos a
observar cómo nuestro destino se decide en otros países.