Nicanor Duarte Frutos, candidato de la coalición de marzo
(wasmosistas, argañistas, liberales, encuentristas y católicos con
apoyo norteamericano y brasileño), ha obtenido una gran victoria en
las elecciones internas realizadas por la Asociación Nacional
Republicana (ANR, partido Colorado), el pasado domingo.
Con un porcentaje aún no precisado de ventaja sobre la Unión
Nacional de Colorados Éticos (UNACE, oviedismo), la coalición de
marzo ha recibido del pueblo una oportunidad para obrar
correctamente en el marco de la Constitución y de las leyes que
tantas veces ha pisoteado.
Lo que importa en esta elección, como en todas, es lo que ha
dicho el pueblo al apoyar a la coalición de marzo.
En primer lugar está muy claro que el pueblo ha votado por
la estabilidad. La ciudadanía no quiere aventuras que aumenten el
peligro en que ya vive. El pueblo pretende que lo que se haga, se
haga en el marco y con el cronograma previstos por la Constitución
y las leyes.
Una victoria del oviedismo hubiera implicado el riesgo de
abrir un período inestable e imprevisible, justamente porque la
coalición de marzo difícilmente hubiera tolerado tal triunfo,
repitiendo lo que hizo entre el 7 de setiembre de 1997 y el 28 de
marzo de 1999.
Con la victoria de Nicanor Duarte Frutos la apuesta de la
ciudadanía parece ser relanzar la transición a la democracia
reconociendo que ya que la coalición de marzo tiene poder
suficiente como para truncarla, es realista concederle formalmente
la oportunidad de dirigirla hasta el 2003.
El discurso de Duarte Frutos, muy crítico con la corrupción
y los procedimientos de un
gobierno con el que sigue de alguna manera asociado, deja poco campo
a las dudas.
En segundo lugar, está también claro que el alto porcentaje
obtenido por el oviedismo a pesar de dos años de proscripción de
hecho es una advertencia acerca de que hay fuerzas de recambio para
el caso de que Nicanor Duarte Frutos no haga bien la tarea que se le
confía.
El oviedismo puede estar satisfecho con sus resultados, pero
se equivocaría si se duerme sobre sus laureles porque los guarismos
demuestran que por alguna razón interna la UNACE, que fue la única
fuerza de oposición al régimen inaugurado el 28 de marzo de 1999,
no fue capaz de capitalizar mejor el enorme descontento de la
sociedad con la desastrosa administración que preside Luis Ángel
González Macchi.
Las
elecciones internas de la Asociación Nacional Republicana han
vuelto a confirmar, por último, la conservadora sensatez del pueblo
paraguayo, su intuición llena de sentido común y practicidad, muy
lejos del cretinismo que paradójicamente le imputan muchos de
quienes ahora han triunfado.
En la coalición de marzo se suele despreciar la capacidad de
los paraguayos. Es de esperar que este triunfo que los ciudadanos le
han otorgado permita que se aprecie mejor el juicio de la gente y
que se aprenda a respetar la voluntad popular.
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