El
sistema paraguayo premia a los inescrupulosos; cuanto más cerca de
la delincuencia actúen, más grande es la ganancia que obtienen.
Hay
fortunas notables, cuyos beneficiarios vienen a tratar de hacerse
pasar por exitosos hombres de negocios cuando lo cierto es que no
son más que inmorales que en una sociedad medianamente sana nadie
saludaría siquiera.
Pero la nuestra no es una sociedad sana, sino terminalmente
enferma.
En Paraguay los inmorales triunfan y son los dueños de la
situación.
Hay sinvergüenzas que saltaron del "escarabajo" a
la estancia en el Chaco sin pasar por el trabajo decente.
Una de las técnicas consiste en realizar, en complicidad con
socios bien ubicados, trabajos escandalosamente sobrefacturados que
se cargan a terceros, por ejemplo al sector público o a clubes
sociales.
La opción de pago que se ofrece a las víctimas es enajenar
una parte de su patrimonio, subvaluando, de paso, el precio de lo
entregado, para que los ladrones aparezcan todavía como haciendo un
favor y como buena gente.
Hay muchas estancias, en efecto, que se explican de ese modo.
El ex senador Sánchez Villagra denunció hechos como esos en
una carta publicada en ABC Color el día 5 de marzo.
Las diferencias se cargan a los contribuyentes, que son
condenados a pagar impuestos y tasas más elevados o cuotas sociales
más altas para que unos pocos sinvergüenzas vivan cada vez mejor.
La falta de escrúpulos es un sustituto habitual de la falta
de inteligencia hasta el punto que en este pobre país se ha llegado
a confundir ambas cosas, la inteligencia y la falta de escrúpulos.
El resultado es un mecanismo social que desalienta cualquier
progreso y que condena al país al atraso y a la injusticia.
Las consecuencias están a la vista: los astutos han
establecido un gobierno basado en la trampa cuyas incompetencia y
triquiñuelas les está arruinando incluso los negocios sucios, y
les está afectando en su posibilidad de seguir viviendo aquí con
tranquilidad.
El escaso entendimiento que tienen les impide proponer otra
solución que no sea la de acelerar la descomposición que les
llegará indefectiblemente.
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