Si
los paraguayos queremos superar las desgracias que sufrimos desde
marzo de 1999 tenemos que hacer algunos cambios sin los que el
sistema inaugurado entonces sobrevivirá hasta volver a causar daño.
Son cambios destinados a asegurar la autonomía de los
ciudadanos al momento de elegir autoridades, la independencia del
sistema judicial, el respeto de los resultados electorales y la
capacidad del pueblo de controlar efectiva y permanentemente a las
autoridades.
Los funcionarios y contratistas públicos, los
subcontratistas y las personas vinculadas a aquellos o a estos por
relaciones comerciales o familiares no pueden ser candidatos a
cargos electivos.
Debe haber castigos muy severos para los candidatos que usen
dinero del pueblo o dinero mal habido en sus campañas electorales.
Los juicios de primera instancia deben ser resueltos por
tribunales populares (jurado) ad hoc, elegidos por sorteo y las
resoluciones finales de la Corte Suprema de Justicia que tengan
connotaciones políticas o electorales deben ser recurribles
mediante plebiscito.
A fin de cuentas, la Justicia debe emanar del pueblo.
La actuación de todos los magistrados debe poder ser
revisada por tribunales ad hoc no corporativos y convocados a libre
iniciativa de los ciudadanos y los que sean encontrados culpables de
mal desempeño, desconocimiento de la ley o prevaricato deben sufrir
las penas más severas previstas en el Código Penal.
Los
cargos electivos en cuerpos colegiados deben ser integrados mediante
elecciones uninominales territoriales (por distritos) por el
principio mayoritario (a dos vueltas) y deben estar sometidos a la
revocatoria del mandato en cualquier momento.
El Ministerio Público debe ser integrado por elección
popular, desde los fiscales de distrito hasta el Fiscal General del
Estado, por términos no coincidentes con los de la legislatura o el
Poder Ejecutivo.
Si esto, que es lo mínimo imprescindible, no se hace, la República
seguirá su camino hacia el ocaso sin haber jamás pasado por el
cenit hasta que, un día en un futuro no muy lejano, nuestros
tutores extranjeros se cansen y arríen para siempre la bandera
tricolor.
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