Nicanor Duarte Frutos, presidente del partido Colorado,
obtuvo amplio apoyo electoral cuestionando duramente al presidente
Luis Angel González Macchi. Ahora se ha convertido en su principal
sostenedor.
La gran mayoría de colorados que votó por él, lo hizo en
el entendimiento de que esa era la manera ordenada, estable, de
empezar a enderezar la vida pública.
Ahora resulta que, asegurado el poder partidario, Nicanor se
saca la máscara y se convierte en la principal garantía de que el
gobierno seguirá torcido.
De qué sirven los supuestamente radicalizados discursos que
en contra de González Macchi pronuncia Nicanor?
Ellos no están acompañados de acciones. Son solamente
palabras usadas, en realidad, para encubrir el hecho evidente de que
Nicanor es la base en la que se sustenta el desastroso gobierno que
sufre la República.
Nicanor mintió a los colorados. Les mintió deliberadamente.
Les dijo que sería el cambio ordenado cuando en verdad estaba
decidido a ser lo que ahora es: la garantía de que nada cambiará.
Nicanor necesita que el presidente de la República
permanezca en el poder para presentarse luego como salvador y ganar
las elecciones de 2003. Sus ambiciones personales condenan a los
paraguayos a sufrir dos años más de González Macchi.
Por qué actúa Nicanor de ese modo?
Es necesario recordar de dónde viene el nuevo presidente del
partido Colorado. El hizo una larga pasantía bajo las carpas del ex
presidente Juan Carlos Wasmosy y sin jamás haber roto totalmente
con él, recaló luego en el Movimiento de Reconciliación Colorada
que lideraba Luis María Argaña.
El wasmosismo se caracteriza y define por su desprecio a los
mandatos del pueblo. Simplemente hay que recordar cómo sele robó
la candidatura presidencial colorada al Dr. Argaña el 27 de
diciembre de 1992, cómo se postergaron varias elecciones internas
coloradas a partir de 1993, cómo se volvió a privar al partido
Colorado del candidato elegido el 7 de setiembre de 1997 y cómo se
derrocó al gobierno legítimo del Paraguay el 28 de marzo de 1999.
Si a este se agrega lo que siempre dicen los wasmosistas, que
los paraguayos no sabemos luego elegir, se completa el panorama y se
entiende por qué Nicanor Duarte Frutos no tiene ningún empacho en
decir algo para obtener votos y hacer exactamente lo contrario después
de haberlos obtenido.
Esto es lo que la sociedad civil organizada debe exigir a los
políticos: que no digan antes de las elecciones lo que no harán
después de ellas. Esta clase de conducta es uno de los principales
efectos de la quiebra moral del Paraguay.
Si un político pide rectificaciones a González Macchi, debe
ser capaz de apoyar su remoción si aquel no le da satisfacciones. O
debe callarse, por respeto al pueblo paraguayo.
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