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La misión de Peter Romero

J. Grance Vázquez

Son notables las lucubraciones que se han realizado a partir de la visita del funcionario norteamericano Peter Romero a nuestro país, en fecha coincidente con la campaña electoral interna del Partido Colorado.

Pero la misión del señor Romero fue obvia, a parte de las maniobras de diversión realizadas: el procónsul vino a decir que Estados Unidos no tolerará de nuevo acciones en las internas coloradas como las realizadas el 27 de diciembre de 1992.

Ese es el mensaje uniforme y constante de todos los funcionarios norteamericanos febrilmente consultados por el gobierno paraguayo para averiguar el margen de maniobra de sus adversarios.

La cuestión de las credenciales democraticas con las que se habría pretendido descalificar la candidatura de Lino Oviedo es pura diversión, pues nada hay que puedan hacer los norteamericanos contra un eventual triunfo de Lino Oviedo salvo avalar un nuevo golpe de Estado.

Por supuesto, la potencia imperial no dudará en avalar tal golpe si así conviene a sus intereses, como ya se ha demostrado hasta el hartazgo, pero hay algunos elementos que hacen poco creíble esa tesis.

El primero es que los norteamericanos no son nécios, a pesar de la deliberada apariencia.

Deliberada apariencia porque no es un secreto para nadie que los norteamericanos han cultivado una imagen de ingenuidad pública con la que desarman a sus interlocutores y que oculta al águila imperial que se esconde tras las maneras estudiadamente torpes.

Teniendo, como tienen, las mejores escuelas de gobierno del mundo, el mejor servicio de inteligencia y los mejores historiadores y analistas, es ridículo suponer que cuando ellos dicen en público que Lino Oviedo no tiene credenciales democraticas lo hacen accidentalmente.

Los norteamericanos conocen perfectamente el efecto "Braden o Perón" y cuando lo usan, lo que cabe pensar en principio es que lo hacen deliberadamente, para favorecer las chances de alguien.

¿Es que han olvidado aquí que ellos inventaron el efecto mencionado?

Quienes creen que los norteamericanos dan puntada sin hilo son unos pobres zonzos, que olvidan quien es la potencia hegemónica del mundo o que creen que Estados Unidos llegó al lugar donde se encuentra por pura suerte.

Y quienes desconocen a los que representan aquí a los intereses norteamericanos, a los que hablan en nombre del capital norteamericano, y a quiénes están apoyando realmente estas fuerzas y cuál es su objetivo profundo, no deberían atreverse a hacer afirmaciones tan contundentes como las que se han hecho ultimamemente.

Pero como los hechos tienen consecuencias, el que use la técnica de Jesús -"por sus frutos los conocereis"- tiene pocas posibilidades de equivocarse.

Peter Romero no vino para descalificar a Oviedo.

Atizó concientemente el celo nacionalista del electorado colorado con un efecto de resultados casi siempre buenos y vino a advertir que no se tolerará un fraude.

El que no puede ver esto, no ve nada. Y el que impide extraer las debidas conclusiones de todo esto es, simplemente, un cómplice.