Vietnam,
la guerra de la vergüenza
Enrique
Vargas Peña
Veinticinco
años atrás, el 30 de abril de 1975, las fuerzas de Vietnam entraban
triunfantes a Saigón, capital de un país inventado, "Vietnam del
Sur",sellando la primera derrota militar de Estados Unidos desde
1812. La derrota y la contienda, conmovieron los cimientos de la sociedad
norteamericana que, avergonzada de sí misma, buscó salidas en el
pacifismo y la contestación por lo que ahora sus gobernantes se deben
conformar con hacer guerras a control remoto en las que sus soldados no
mueren.
Catorce
amargos y trágicos años habían pasado desde que en diciembre de 1961 el
entonces presidente norteamericano, el demócrata John F. Kennedy, envió
los primeros cuatrocientos soldados yanquis a combatir en el Sudeste asiático.
La
guerra estaba, desde 1945, cubriendo de humo el verdor de los arrozales de
Vietnam; los cañonazos no dejaban oír el silente paso del viento
meciendo las espigas; la metralla, la pólvora, la muerte, prevalecían
sobre el olor del mamón; este bello rincón del mundo, Indochina, se
sumergía cada vez más en el abismo de una lucha que le fue impuesta
desde afuera.
Existía
en Vietnam, gobernado por los franceses, un movimiento político que
buscaba la independencia del país, encabezado por el líder comunista Ho
Chi Minh. La Liga para la Independencia de Vietnam, o Vietminh, tenía
gran apoyo popular porque fue la principal fuerza de resistencia contra
los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
En
setiembre de 1945, el Vietminh proclamó la independencia del país,
estableciendo la República y obligando al gobernante delegado de los
franceses, Bao Dai, a abdicar.
Francia
reconoció inmediatamente la independencia vietnamita, pero exigió
negociar compensaciones económicas por la pérdida de propiedades. Ho Chi
Minh se negó a aceptar las peticiones francesas por lo que el gobierno de
París organizó, en el sur, un gobierno títere, encabezado por Bao Dai,
perpetuo servidor suyo, proclamando en 1949 el nacimiento de un
"Vietnam del Sur" con Saigón como capital.
Estados
Unidos reconoció a este país inventado en 1950, como si Vietnam no
existiera.
La
guerra continuó empantanada durante algún tiempo hasta que, en marzo de
1954 se inició la batalla decisiva entre Francia y Vietnam en Dien Bien
Phu. Para sorpresa del mundo entero, el 8 de mayo de 1954, después de 55
días de dura batalla, las fuerzas de la cuarta potencia mundial, Francia,
se rindieron ignominiosamente ante las pobremente equipadas de Vietnam,
comandadas por un pequeño hombre, pero con genio militar, de quién el
mundo hablaría todavía mucho: Vo Nguyen Giap.
Giap,
que nació en 1912 y vive aún, fue compañero de colegio de Ho Chi Minh,
e hijo de un intelectual fervientemente anticolonialista. Desde 1926 fue
miembro del Partido Revolucionario del Joven Vietnam, combinando la
militancia política con los estudios de derecho, por los que obtuvo el título
de abogado en 1937, tras soportar prisión y amenazas de la Sureté
francesa.
En
1939 su partido fue proscrito y tuvo que escapar a China, pero su esposa y
su cuñada fueron capturadas. La cuñada fue guillotinada y su esposa
condenada a cadena perpetua en condiciones tan duras que también murió
al cabo de tres años.
Ante
la derrota de Dien Bien Phu, Francia y Vietnam llegaron a un acuerdo
final, en Ginebra, Suiza, para la reunificación del país por el que las
fuerzas combatientes se retirarían a uno y otro lado del Paralelo 17 y
habría elecciones unificadas en 1956, para elegir un gobierno único.
Nadie
imaginó que el acuerdo que parecía solucionar los problemas sería la
excusa que usaría Estados Unidos para atizar la hoguera. Para empezar,
Washington se negó a reconocer el acuerdo de Ginebra. Después alentó el
reemplazo del gobernante delegado de Francia, Bao Dai, por uno suyo, Ngo
Dinh Diem, mediante una parodia electoral con candidato único, el referéndum
del 23 de octubre de 1955.
Diem,
ferviente cristiano, entregó las más importantes funciones del gobierno
a su propia familia y se negó a realizar las reformas que la situación
requería. El primer acto de Diem fue obedecer la orden norteamericana,
negándose a aplicar el acuerdo de Ginebra y anulando en el sur la
convocatoria de las elecciones unificadas.
El
gobierno vietnamita respondió proclamado sus derechos jurisdiccionales
sobre todo el país, pero no tomó ninguna determinación militar que
violara el acuerdo de separación de fuerzas del Paralelo 17.
Sin
embargo, las tensiones y escaramuzas fueron subiendo hasta que en 1960,
Vietnam proclamó su intención de liberar el sur. Las cosas siguieron
deteriorándose y el 10 de noviembre de 1960, el régimen de Saigón inició
movilizaciones de tropas en dicho paralelo con la excusa de supuestas
acciones de una organización armada denominada Frente de Liberación
Nacional o Vietcong.
Al
mismo tiempo, aumentaba el descontento popular en las zonas gobernadas por
el hombre de Estados Unidos, en las que se perseguía a la oposición. La
corrupción era rampante y deterioraba las condiciones de vida de sus
habitantes.
Se
iniciaron con la década las protestas contra esta situación de los
monjes budistas, que se prendían fuego a sí mismos, sacrificándose
antes que convivir con la podredumbre.
La
debilidad del régimen de Diem, que suponía el riesgo de un triunfo rápido
de Vietnam, llevó a Kennedy a ordenar la intervención militar abierta de
los norteamericanos. Para 1962 operaban ya en Indochina once mil
doscientos soldados yanquis, y el ritmo de crecimiento de la presencia
militar extranjera aumentaba, aunque toda esta fuerza se mostraba
insuficiente para sostener alguna resistencia organizada frente a Vietnam,
por lo que, finalmente, Kennedy resolvió derrocar a Diem, quien fue
asesinado, con alguno de sus familiares, el 1 de noviembre de 1963.
Giap,
que comandaba las fuerzas vietnamitas, estaba planteando una estrategia
destinada a hacer frente, no a la cuarta potencia del mundo, sino a la
primera. La había descrito antes, en un libro que, a pesar de las
declamaciones de la izquierda, tendría escasa influencia en América
Latina: "Guerra Popular y Ejército Popular".
En
él, Giap proponía someter al enemigo a una lucha de desgaste de baja
intensidad, destinada, en realidad, a socavar su frente interno, su
voluntad misma de combatir, la guerra de guerrillas. No se trataba, por
supuesto, del romanticismo aventurero de "Che" Guevara, sino de
una estrategia profesionalmente desarrollada por un disciplinado ejército
nacional.
Un
periodo de anarquía siguió al derrocamiento de Diem, con diez golpes
militares entre 1963 y 1965, año en que los norteamericanos instalaron en
el poder al general-presidente Nguyen Van Thieu, mediante un último golpe
y unas votaciones posteriores, sin oposición, con las que pretendieron
legitimarlo.
Para
ese entonces, los norteamericanos tenían comprometidos en la guerra a más
de doscientos mil hombres y a gran parte de su sistema de operaciones
estratégicas.
Vietnam fue sometido a persistentes e intensivos bombardeos aéreos.
Los plantíos fueron destruidos con napalm, explosivo incendiario arrojado
sobre las áreas en las que se suponía que existían unidades
vietnamitas.
Sin
embargo, la estrategia de Giap empezaba a mostrar sus frutos. El altísimo
costo humano que la guerra de baja intensidad impuso a Estados Unidos
quebró el consenso de la opinión pública norteamericana. En el recuento
de noviembre de 1967, los yanquis lloraban ya la muerte de 15.058
combatientes y graves heridas de 105.527.
Los
demócratas insistieron en un último esfuerzo para salvar a su criatura y
elevaron la cifra de soldados en Vietnam a 525.000 hombres. Todas las
batallas en las que se enfrentaron los ejércitos propiamente dichos de
Vietnam y Estados Unidos (Dang, Dak To, Loc Ninh, Khe Sanh) fueron ganadas
por los norteamericanos, pero el conjunto de la guerra era claramente
favorable a Vietnam.
La
moral norteamericana estaba quebrada. Los jóvenes, entre ellos el actual
presidente William Clinton, se negaban a enrolarse en el ejército. Los
amigos caídos, los mutilados, eran más elocuentes que los discursos
patrióticos con los que el complejo militar industrial trataba de
mantener el ritmo de gastos. Muchos trataron de evadir la realidad refugiándose
en las drogas.
El
año electoral de 1968 en Estados Unidos selló el destino, Giap había
prevalecido: se puede resistir al gigante y se le puede ganar, siempre que
se sepa dónde hay que combatir. El campo de batalla verdadero de la
Guerra de Vietnam no estuvo en los arrozales, aunque ellos fueron
destruidos, sino en los diarios norteamericanos que permitieron a la
sociedad conocer de primera mano el horror del intervencionismo en el
exterior y sentir vergüenza de las acciones de su propio gobierno.
Un
electorado asqueado impuso el fin de la guerra obligando a demócratas de
Hubert Humphrey a proponer una paz incondicional que nadie les creyó y a
los republicanos de Richard Nixon a propugnar salir de la guerra, aunque
en orden.
El
amplio triunfo de Nixon fue el final de la historia, aunque la guerra duró
todavía unos años. Nixon retiró a Estados Unidos de Vietnam
implementando la doctrina de la "vietnamización del conflicto",
que consistía, esencialmente, en brindar a sus aliados en la guerra el
apoyo que requerían para asumir directamente las operaciones militares
que habían estado en manos del ejército norteamericano.
La
retirada se realizó entre 1969 y 1972, año en que se logró un acuerdo
en París, Francia, que legalizaba dicha retirada y reconocía el derecho
del ejército de Vietnam a mantener una guarnición de 145.000 hombres en
el sur, a la espera de una solución política definitiva.
Durante
esa retirada, Estados Unidos derrocó al gobierno del príncipe Norodom
Sihanuk en Camboya, para reemplazarlo por Lon Nol, un militar fiel (a
Estados Unidos, no a su país), e involucró en la guerra a Laos, que se
había mantenido neutral.
Pero,
finalmente, Nixon cumplió con su promesa electoral y para marzo de 1973
no había ya fuerzas norteamericanas combatientes en Vietnam.
El
régimen dictatorial de Nguyen Van Thieu no podía sobrevivir sin el
respaldo de la fuerza armada extranjera y se derrumbó totalmente en menos
de un año y medio.
A
fines de abril de 1975, el general-presidente asaltó el Banco Central de
Saigón y se montó en alguno de los helicópteros que huían desde la
azotea de la embajada de EEUU en Saigón con dos bolsas llenas con todos
los lingotes de oro de los que pudo apoderarse, para recibir asilo político
en América.
La
ciudad fue liberada el 30 de abril y con ello tuvo punto final la Guerra
de Vietnam, donde los arrozales volvieron a ser verdes y el olor del mamón
volvió a endulzar la vida. |